Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. Lucas 12:20-21
El poeta William Wordsworth escribió: “El mundo está demasiado con nosotros; tarde y pronto. Conseguir y gastar, desperdiciando nuestras fuerzas”. Es una declaración profunda. Después de todo, ¿quién no ha pasado un tiempo buscando riqueza o placer, solo para descubrir que valen mucho menos que aquello a lo cual renunciamos para lograrlos?
Por eso Cristo contó la parábola del pasaje de hoy. La historia trata de un hombre rico que hizo planes para construir graneros más grandes, pero perdió de vista lo que realmente importaba. El Señor entiende que cosas como la comida, el techo y la ropa son importantes. Sin embargo, quiere que busquemos primero algo más grande: el reino de Dios (Lc 12.31).
No tenemos que prescindir de nada cuando decidimos seguir al Señor. ¡Ni mucho menos! La Palabra de Dios está llena de promesas de abundancia desde Génesis hasta Apocalipsis. Y la Biblia enseña que, si damos de nuestras bendiciones, en vez de aferrarnos a ellas, ganaremos mucho más. Cristo nos aseguró que este tipo de generosidad daría como resultado una “medida llena, apretada, sacudida y desbordante” (Lc 6.38 NVI) que rebosaría en nuestro regazo.
Hoy dedique tiempo a orar, y pídale al Señor que le muestre lo que es bueno y quiere que usted busque (Mt 6.19-21).
Señor, enséñame a poner mi confianza en Ti y no en las riquezas de este mundo. Ayúdame a buscar primero Tu reino y Tu justicia, sabiendo que Tú proveerás todo lo que necesito. No permitas que mi corazón se aferre a lo pasajero, sino que encuentre gozo en dar y compartir, confiando en que Tu generosidad desborda en bendiciones. Dame sabiduría para valorar lo eterno sobre lo temporal y para vivir cada día con gratitud y contentamiento. En el nombre de Jesús, Amén.