Guerrero de Dios: La evidencia del Señor

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Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:20

Fuimos creados para mantener una relación con Dios, y por eso Él ha dejado en claro su existencia para todos. A veces su revelación es milagrosa, como la zarza ardiente que descubrió Moisés. Pero la mayoría de las veces encontramos la presencia de nuestro Padre en nuestro entorno cotidiano.

Pablo escribió a la iglesia en Roma que “las cosas invisibles de [Dios], su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas” (Ro 1.20). En otras palabras, el Señor es evidente en todo lo creado. ¿Se ha preguntado usted alguna vez cómo un roble sobrevive estación tras estación? ¿Se ha maravillado ante el cielo estrellado o ha observado cómo una colonia de hormigas trabaja junta? Todo eso nos señala al Señor.

Dios hizo evidente su presencia en la naturaleza porque “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Ti 2.4). Nos ha dado la capacidad de ser conscientes de Él por medio de lo que ha creado. Sin embargo, el Padre también ha dado a cada persona la opción de aceptar o rechazar una relación con Él.

¿Qué hará usted la próxima vez que vea evidencias del Señor en el mundo? La Biblia dice que no nos lamentaremos de haber conocido a Cristo. Después de todo, Él quiere que “tengamos vida, y que la tengamos en abundancia” (Jn 10.10).

Padre celestial, gracias por revelarte a través de tu creación y por mostrarnos tu poder y amor en cada detalle de la naturaleza. Abre mis ojos para ver tu mano en todo lo que me rodea y ayúdame a responder con gratitud y asombro. Que mi corazón se rinda a tu verdad y busque conocerte más profundamente cada día. No permitas que me aleje de tu presencia, sino que encuentre gozo en la relación contigo, viviendo la vida abundante que has prometido. En el nombre de Jesús, amén.