Biblia Devocional en 1 Año: Salmos 23

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(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 23. Esperamos sea de bendición para ti)

Estudio bíblico sobre el Salmo 23

Introducción al Salmo 23

El Salmo 23 es un salmo de fe. En seis versículos, se desarrolla el tema único del primer versículo. David no teme ni se preocupa, porque el Señor es su Pastor. Este salmo de la fe presenta dos caras de David. Por un lado, es la oveja cuyo Pastor es el Señor. Al mismo tiempo, una de las descripciones más comunes de la realeza en la Antigüedad era la de pastor. En este sentido, David, como rey, era pastor del rebaño de Israel. Esto significa que el Salmo 23 es también un salmo real. Aunque no contiene la palabra rey, describe lo que significa ser un buen gobernante. Sobre todo, habla proféticamente de Jesús. Él es el Buen Pastor, en quien confía el rebaño (Jn 10); y es el Rey, cuyo mandato perfecto será instituido (Lc 23.2,3; Ap 17.14). El salmo tiene dos momentos: (1) descripción del Señor como el Pastor que cuida de todas las necesidades del salmista (v. 1-4); (2) descripción del Señor como el Pastor que extiende Su misericordia a todos (v. 5, 6).

Resumen del Salmo 23

Muchos de los salmos de David están llenos de quejas, pero éste está lleno de consuelos y expresiones de deleite ante la gran bondad de Dios y la dependencia de él. Y es un salmo que ha sido cantado por los buenos cristianos, y lo seguirá siendo mientras exista el mundo, con mucho placer y satisfacción. Bajo dos imágenes igualmente familiares en la poesía hebrea -la del pastor que cuida de su rebaño y la del banquete donde Jehová preside a los justos-, este salmo expresa la tranquilidad y la felicidad de quienes son conscientes de la protección divina. Pero, a la manera lírica hebrea, las alusiones directas a las circunstancias se mezclan con las imágenes. Pensamos, por tanto, en alguna persona real y en alguna experiencia real, y no en una referencia alegórica al regreso del pueblo de Israel del exilio, o a la guía de la nación rescatada de Egipto a través del desierto, que eran los modos favoritos de explicación entre los rabinos. La mención de la casa de Jehová parece decisiva contra la autoría davídica, que de otro modo sería fascinante aceptar, respirando, como lo hace el exquisito verso, la frescura y la belleza de los primeros tiempos pastoriles del «dulce cantor». También la fiesta, bajo los ojos de los enemigos, pudo ser una reminiscencia de Maanaim; pero si la fortuna de David coloreó así el salmo, debió de ser por la mente de algún escritor posterior. El ritmo del poema es tan tierno como el pensamiento.

I. El salmista afirma aquí tener una relación con Dios como su pastor, v. 1.

II. Relata su experiencia de las cosas buenas que Dios ha hecho por él como su pastor, vv. 2,3,5.

III. Deduce que no debe desear ningún bien (v. 1), que no debe temer ningún mal (v. 4), que Dios nunca le dejaría ni le abandonaría en el camino de la misericordia, y por eso resuelve que nunca dejará ni abandonará a Dios en el camino del deber, v. 6. Seguramente tenía los ojos puestos en esto, no sólo en las bendiciones de la providencia de Dios, que hacían próspera su condición exterior, sino en las comunicaciones de la gracia de Dios, recibidas mediante una fe viva, y devueltas en una ferviente devoción, que llenaba su alma de inexplicable alegría. Y así como en el salmo anterior representaba a Cristo muriendo por sus ovejas, aquí representa a los cristianos recibiendo el beneficio de todos los cuidados y la ternura del gran y buen pastor.

¿Qué me enseña el Salmo 23 sobre Dios?

El Salmo 23 es uno de los salmos más queridos de la Biblia, que se lee a menudo en los funerales y en momentos de consuelo. Es un salmo de fe y confianza en el cuidado y la provisión de Dios, y nos enseña varias cosas importantes sobre Dios:

Dios es un buen pastor: El salmo comienza con la famosa frase: «El Señor es mi pastor». Esta imagen de Dios como pastor que cuida y protege a su rebaño se encuentra en toda la Biblia y habla del tierno cuidado y la guía de Dios en nuestras vidas.

Dios provee a su pueblo: El salmista declara que Dios les hace descansar en verdes praderas y les conduce junto a aguas tranquilas, proveyéndoles de sus necesidades físicas. Esta provisión no se limita a las necesidades físicas, sino que también se extiende a nuestras necesidades espirituales y emocionales.

Dios restaura y renueva: El salmista declara que Dios restaura su alma y le guía por sendas de justicia. Esto habla de la capacidad de Dios para sanarnos y restaurarnos cuando estamos heridos o rotos.

Dios está con nosotros en tiempos de angustia: El salmista reconoce que camina por el valle de sombra de muerte, pero declara que no temerá ningún mal porque Dios está con él. Esto habla de la presencia de Dios con nosotros incluso en los momentos más oscuros y difíciles de nuestra vida.

La bondad y la misericordia de Dios nos acompañan todos los días de nuestra vida. El salmista declara que habitará en la casa del Señor para siempre, reconociendo que la bondad y la misericordia de Dios estarán siempre con él. Esto habla de la fidelidad y el amor inquebrantable de Dios, que duran para siempre.

Devocional:

Jehová es mi pastor; nada me faltará. (Salmos 23:1)

Éste es el Salmo más conocido y leído del mundo. Creo que este Salmo fue para David el más familiar y agradable de componer. Era él quien cuidaba las ovejas de su padre. Como pastor, David conocía bien sus responsabilidades, desde encontrar buenos pastos hasta conducir a las ovejas a un lugar seguro. Pero también sabía que, por el camino, podían encontrarse con algunos peligros. David se enfrentó a las fieras, poniendo en peligro su propia vida por el bien de su indefenso rebaño. A veces tuvo que utilizar su vara para corregir a una oveja testaruda, o su cayado para tirar de una que insistía en descarriarse. En resumen, la figura del pastor era para él la más apropiada y hermosa para referirse a su Dios y Señor.

Cristo es nuestro Buen Pastor. Él mismo afirmó: «Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por las ovejas… Yo soy el Buen Pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen a Mí» (Jn.10: 11, 14). Él es el Pastor que no nos conduce a cualquier prado, sino a «verdes pastos» (v. 2); que no nos conduce a cualquier manantial de agua, sino «junto a las aguas de reposo» (v. 2); que no nos guía por cualquier camino, sino «por sendas de justicia» (v. 3). Y aunque atravesemos el «valle de sombra de muerte», Él está allí con nosotros. Somos tan especiales para Él que Él mismo nos banquetea y nos unge (v.5), para declarar que somos Suyos: «Yo conozco a Mis ovejas». Su bondad, que nos lleva al arrepentimiento (Rom.2:4), y Su misericordia, que se renueva cada mañana (Lam.3:23), están a nuestra disposición hasta el Día en que nos lleve a morar para siempre en Su Casa (v.6; lee Jn.14:1-3).

Pero, ¿te has parado alguna vez a preguntarte si conoces al Buen Pastor? Él dijo que Sus ovejas Le conocen, y fue aún más rotundo: «Me conocen», es decir, «Me conocen de verdad». Las ovejas de Jesús no siguen otra voz que la Suya. Huyen de la voz de los extraños (Juan 10:5). Nuestro Buen Pastor nos ha hablado a través del Consolador que nos envió: el Espíritu Santo (Juan 14:26). ¿Hemos escuchado Su voz? Si un rebaño de criaturas irracionales sólo sigue la voz de su pastor, ¿cómo podemos rechazar la voz del Pastor que dio Su vida por nosotros?

Si permites que Cristo sea tu Buen Pastor, nunca te fallará. Y cuando vuelva, no oirás: «En verdad os digo que no os conozco» (Mt.25:12), sino que reconocerás la voz de tu Buen Pastor que llama a Sus ovejas: «¡Venid, benditos de Mi Padre! Venid al Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo» (Mt.25:34). Sigue fielmente la voz del Buen Pastor mediante el estudio sincero de Su Palabra, y Él te guiará al redil de la seguridad eterna. ¡Velemos y oremos!

¡Buenos días, ovejas del Buen Pastor!

Oración:

Señor, Gracias por dar a Tus hijos, el amor inmenso del pastor que da la vida por sus ovejas; confío plenamente en Ti; y contigo, nada me falta. Guíame, restaura mi alma e ilumina mis pasos por Tus caminos de rectitud. Gracias porque brindarme Tu presencia, en la que encuentro consuelo y abundantes bendiciones. En El nombre de Jesús, Amén