Efesios 1
Efesios 1 nos recuerda que somos bendecidos en Cristo, redimidos por su sangre y sellados por el Espíritu Santo. También nos anima a buscar sabiduría espiritual para conocer nuestra identidad en Cristo y el poder de Dios en nuestras vidas. Jesús es el Señor supremo, y la iglesia es su cuerpo, llamada a reflejar su gloria en el mundo.
Salutación y Bendición Espiritual en Cristo (Efesios 1:1-14)
Pablo inicia su carta saludando a los santos en Éfeso y alabando a Dios por todas las bendiciones espirituales que los creyentes han recibido en Cristo.
- Elección y predestinación: Dios nos escogió antes de la fundación del mundo para ser santos e irreprensibles y nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos.
- Redención y perdón: En Cristo tenemos redención por su sangre y el perdón de nuestros pecados, según las riquezas de su gracia.
- El propósito de Dios: Dios ha revelado su plan de unir todas las cosas en Cristo en el cumplimiento de los tiempos.
- Herencia en Cristo: Hemos sido sellados con el Espíritu Santo, quien es la garantía de nuestra herencia hasta la redención final.
Oración de Pablo por Sabiduría y Revelación (Efesios 1:15-23)
Pablo ora para que los creyentes:
- Sean iluminados en su entendimiento y conozcan la esperanza de su llamado.
- Comprendan la riqueza de la gloria de su herencia en los santos.
- Experimenten el poder de Dios, el mismo que resucitó a Cristo de los muertos.
Cristo ha sido exaltado por encima de todo principado y poder y ha sido puesto como cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo y la plenitud de aquel que todo lo llena en todo.
Versículo clave de Efesios 1:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Efesios 1:3
Este versículo nos recuerda que, en Cristo, Dios nos ha otorgado bendiciones espirituales que van más allá de lo material. Estas bendiciones incluyen la salvación, la adopción como hijos, el perdón, la redención y la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida. No son bendiciones terrenales pasajeras, sino riquezas eternas que nos aseguran un lugar en el Reino de Dios.
Este pasaje nos invita a vivir con gratitud y confianza en la abundancia de la gracia de Dios. Nos anima a reconocer que, aunque enfrentemos dificultades en la vida, en Cristo ya hemos recibido lo más valioso: una relación restaurada con Dios y la seguridad de su amor y propósito en nosotros.
Oración:
Señor, gracias porque en Cristo me has bendecido con riquezas espirituales eternas. Ayúdame a vivir con gratitud, recordando que mi verdadera riqueza está en Ti. Enséñame a confiar en tu provisión y a valorar las bendiciones espirituales que me has dado. Que mi vida refleje tu gracia y amor. En el nombre de Jesús, Amén.