Versículo:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación. 2 Corintios 1:3-4
Comentario:
Cuando la vida se vuelve difícil, ¿qué hace usted? ¿Empieza a dudar de Dios, preguntándose por qué Dios permite que pasen cosas malas? ¿O lo busca, tratando de entender mejor sus caminos para fortalecer la fe?
Mientras estaban en Asia, Pablo y Timoteo enfrentaron dificultades y persecuciones. El pasaje de hoy dice: “Fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas” (2 Co 1.8). Pero decidieron poner su esperanza en el Señor y confiaron en que Él los consolaría en su aflicción.
Pablo escribe: “Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación” (2 Co 1.5). El apóstol explicó a los creyentes corintios que las pruebas que él y Timoteo soportaron les enseñaron a confiar en el poder de Dios, no en sus propias fuerzas. Fortalecidos por la fidelidad de Dios en el pasado y las oraciones de otros creyentes, se aferraron a la esperanza.
Todos enfrentaremos dificultades en un momento u otro. Y cuando eso suceda, debemos tratar de actuar como Pablo y Timoteo, con confianza en el Señor, incluso cuando nuestro dolor pueda parecer insoportable. Pida al Señor que le consuele. Su poder no tiene igual y está disponible para todos los creyentes.
Oración:
Señor, en los momentos de prueba y aflicción, ayúdame a confiar en Ti con todo mi corazón. Cuando las cargas sean demasiado pesadas, recuérdame que Tu consuelo abunda más que cualquier sufrimiento. Enséñame a depender de Tu poder y no de mis propias fuerzas, y a ver en cada desafío una oportunidad para crecer en fe. Llena mi alma con Tu paz y permíteme ser un reflejo de Tu amor para consolar a otros como Tú me has consolado. En el nombre de Jesús, amén.