Guerrero de Dios#368: Rescate a tiempo

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«Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar. Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban» (Marcos 5:21-24)

Las escrituras de hoy nos muestran el sentido de protección y cuidado que sólo Jesús tenía para todos sus discípulos. No era la primera vez que Jesús era recibido por una gran multitud, sin embargo se encontraba esta vez con las súplicas, no solo de un padre desesperado sino de un líder de la sinagoga. Marcos no nos dice, si hubo una conversación con Jairo o si Jesús le dijo algo cuando este cayó rendido a sus pies. No sabemos si la multitud lo confrontó por haber interrumpido su llegada o si había también otros padres desesperados por recibir de Él la curación para sus hijos.

Todo lo que sabemos es que Jairo, vulnerable y desesperado, suplicó a Jesús acompañarlo hasta su casa y este lo hizo.

¿Después de este maravilloso testimonio a la luz de la palabra, queda alguna duda del amor incondicional de Jesús? Él no miró las imperfecciones de Jairo, su pasado, su presente; con amor paternal escuchó sus súplicas y trajo sanación a un ser amado. No lo abandonó, no lo ignoró, dejo todo en ese momento por Él.

¿Cómo no confiar en un amor incondicional, sin miramientos, que ante cualquier llamado responde? Te invito hoy a atender el llamado de Dios, y a buscar de Él, si en medio de la tormenta sientes que tu vida ha perdido su rumbo. Él traerá de nuevo la calma y la paz, restablecerá tus fuerzas para continuar y ya no serás el mismo, porque habrás sido tocado por su amor para encontrar nuevamente tu camino.

No existen dudas que me impidan confiar en El Señor, cuando en Él oro, con su acción y obra me responde.

Palabra diaria: Señor, en la oración me acerco a ti en pleno convencimiento y fe de que me oyes, respondes y actúas para mi bienestar. En Ti confío, porque eres Tú el que cambia el destino de las naciones, el rumbo de la historia y la naturaleza de todas las cosas.