Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres. Tito 3:5-8
Cuando se te presenta una oportunidad para servir a Dios, ¿cómo respondes? ¿Dices que sí, aunque no te sientas completamente seguro? ¿O la postergas porque estás demasiado ocupado o piensas que no estás preparado? Tal vez nunca hayas considerado que negarte a servir a Dios puede ser una forma sutil de idolatría, pero muchas veces lo es: elegimos nuestra voluntad por encima de la Suya.
El deseo del Señor es que Sus hijos estén dispuestos a buscar Su propósito específico para sus vidas y a asumir cualquier tarea que Él les encomiende. Cada uno de nosotros ha recibido dones únicos para cumplir Su voluntad. Pero cuando decidimos que “no podemos” o “no queremos”, en realidad estamos actuando conforme a nuestro propio juicio, no al del Señor.
Dios puede usarte de muchas maneras: como un padre amoroso que enseña a sus hijos, un empleado que comparte su fe con sus compañeros, o un amigo que escucha y consuela a quien sufre. No existen límites para lo que el Señor puede hacer a través de tu vida. Su Espíritu tiene el poder de superar cualquier debilidad humana. ¿Te falta valor? Él puede dártelo. ¿No crees tener las habilidades necesarias? Él puede equiparte.
Deja a un lado todo lo que te detiene. Confía en que el Señor te capacitará para cumplir cualquier cosa que te llame a hacer. Recuerda Su promesa: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Él mismo se encargará de darte lo que necesitas para servirle fielmente.
Señor, quiero servirte con todo mi corazón. Quita de mí el temor, las excusas y cualquier cosa que me impida obedecerte. Lléname de Tu Espíritu y enséñame a confiar en Tu poder más que en mis fuerzas. Úsame para cumplir Tus propósitos y mostrar Tu amor dondequiera que vaya. En el Nombre de Jesús, Amén.