Guerrero de Dios: Este es el mayor

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Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. Mateo 18:4-5

Si usted ha pasado tiempo con niños pequeños, puede dar fe del deseo innato que tienen de ser el mejor, el más rápido, el más fuerte: “¡Mírame correr! ¡Soy el más rápido del mundo!”, suena lindo viniendo de un niño pequeño, pero esas mismas palabras de un adulto serían inquietantes. Para bien o para mal, la mayoría de nosotros aprendemos a ocultar nuestra arrogancia ante el mundo.

Sin embargo, cuando los discípulos del Señor preguntaron: “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” (Mt 18.1), parece que estaban tratando de ponerse unos por encima de otros.

Cristo respondió a la pregunta infantil con una reprensión necesaria. Sí, como hombres adultos, tenían un estatus legal y social que las mujeres y los niños no podían alcanzar. Pero en el reino de Dios, este tipo de privilegio no solo no les daría poder; también sería un obstáculo para la verdadera grandeza. No obstante, hay una cualidad infantil que Dios valora: para ser “grandes” a sus ojos y en el reino, debemos despojarnos de poder y estatus y volvernos humildes, como el Señor Jesús lo hizo (Fil 2.5-8).

Como seguidores de Cristo, también estamos invitados a dejar de lado cualquier estatus terrenal que hayamos logrado, y a volvernos humildes como niños pequeños. Al hacerlo, podemos encontrar el reino de Dios en medio de nosotros.

Señor, enséñame a ser humilde como un niño, a depender de Ti con confianza y a dejar de lado el orgullo y el deseo de grandeza. Ayúdame a servir a los demás con amor sincero, sin buscar reconocimiento, sino solo reflejar Tu luz. Que mi corazón sea puro y sencillo ante Ti, y que cada día pueda recibir Tu reino con la fe de un niño. En El Nombre de Jesús, Amén.