Guerrero de Dios: El espíritu nos da el consuelo

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Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre. Juan 14:16

En el pasaje de hoy, Jesús promete enviar al Consolador, el Espíritu Santo, quien estaría con nosotros para siempre. Su presencia sella nuestra relación con Dios y nos asiste incluso cuando no sabemos cómo orar. Él intercede por nosotros conforme a la voluntad del Padre.

Con frecuencia pensamos que debemos acudir a Dios solo cuando tenemos una necesidad urgente. Sin embargo, la oración no es una herramienta para obtener respuestas inmediatas, sino un espacio de intimidad con el Padre. Si Dios respondiera cada petición de forma instantánea, nunca aprenderíamos a depender de Él ni a crecer en paciencia y fe.

El apóstol Pablo es un claro ejemplo. Rogó tres veces que le fuera quitado su “aguijón en la carne”, y Dios respondió con un firme “no” (2 Corintios 12:7-8). Aquellas súplicas no fueron momentáneas, sino prolongadas. Aun así, el Señor usó esa experiencia para enseñarle que Su gracia era suficiente.

Cuando llevamos mucho tiempo orando sin ver respuestas, ese no es el momento de rendirse. Al contrario, es una invitación a perseverar y a permitir que Dios nos muestre lo que desea formar en nosotros a través de la situación. El Señor escucha atentamente cada clamor, y Su Espíritu permanece fielmente a nuestro lado, incluso cuando no sentimos Su presencia. En lugar de dejar de orar, pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a mantenernos firmes.

Padre, gracias por el Espíritu Santo que vive en mí y me acompaña siempre. Ayúdame a perseverar en la oración aun cuando no entienda tus respuestas. Enséñame a depender de ti y a crecer en fe, confiando en que estás obrando incluso en el silencio. Fortalece mi corazón para caminar contigo cada día. En El Nombre de Jesús, Amén.