Dios iluminará el sendero

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(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)
Estudio Bíblico Contextual del Devocional de Hoy:
Tema del Capítulo – Salmos 37

En el Salmo 37, el salmista nos anima a no envidiar el éxito de los malvados. Esto se debe a que, a la larga, la conducta y las elecciones de los malvados no permanecerán.

A veces tenemos la tentación de buscar caminos más fáciles. Muchos de ellos nos llevarán al pecado y a la corrupción. Todo ello porque muchas veces, según nuestra percepción y la percepción a la que el mundo nos persuade, practicar la rectitud parece frenar nuestro crecimiento.

El Salmo 37 nos muestra que no es así.

Siguiendo la Palabra de Dios y la justicia, por mucho tiempo que lleve, el crecimiento está garantizado y es perpetuo, sano; justo como el salmista nos anima:

Apártate del mal, y haz el bien, Y vivirás para siempre. Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida. (v.27-28).

El futuro de los impíos es realmente doloroso. Además de cosechar mucho sufrimiento por sus elecciones, todavía aquí en la tierra, en la muerte estará perdido. Esto se debe a que el impío no se relaciona con Dios. Sus decisiones le desagradan y desobedecer a Dios no le preocupa en absoluto.

El salmista nos anima a confiar en el Señor. Esperar en Dios. Por el tiempo que sea. Aunque el camino sea difícil y a menudo sin perspectiva, el Señor te recompensará.

Cuando eso ocurra, verás que ha merecido la pena.

Esbozo del Salmo 37:

37.1 – 8: No envidies al impío

37.9 – 17: El futuro de los impíos

37.34 – 40: Espera en el Señor y sigue su voluntad.

Comentario Bíblico – Salmos 37:23-24

El Señor nuestro Dios requiere que actuemos con justicia y demos a todos lo debido. Gran pecado es que los que pueden, nieguen el pago de deudas justas; gran miseria es no poder pagarlas. El que es verdaderamente misericordioso siempre será misericordioso. Debemos abandonar nuestros pecados; aprender a hacer el bien y aferrarnos a eso. Esta es la verdadera religión. La bendición de Dios es el manantial, la dulzura, y la seguridad de todos nuestros placeres terrenales. Y si estamos seguros de esto, no estamos seguros de que no nos faltará bien alguno en este mundo. Por su gracia y por el Espíritu Santo, Él dirige los pensamientos, los afectos y los designios de los hombres buenos. Por su providencia Él pasa por encima de los hechos como para hacer sencillo el camino de ellos. No siempre les muestra un tramo extenso de su camino, sino que los guía paso a paso, como se guían los niños. Dios los guardará de ser destruidos por sus caídas, sea en pecado o en problemas, aunque la caída en pecado será sumamente dolorosa. Pocos, si es que hay alguien, han conocido a un creyente coherente, o a sus hijos, reducido a una desesperada y miserable necesidad. Dios no abandona en la aflicción a sus santos; y sólo el justo habitará por siempre en el cielo; esa será su morada eterna. Un hombre bueno puede caer en las manos de un mensajero de Satanás y ser dolorosamente afectado, pero Dios no lo dejará en las manos de su enemigo.