Comentario diario #329: 2 Corintios 1:9-10

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Versículo:

Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte. (2 Corintios 1:9-10)

Comentario:

Muchas personas ven el desánimo y la decepción como lo mismo, pero hay una ligera diferencia. La decepción es una respuesta emocional a una expectativa fallida, mientras que el desánimo, o la desesperación, suele provenir de una desilusión prolongada o una dificultad persistente.

Dado que no podemos experimentar el éxito perfecto en un mundo caído, o evitar el sufrimiento, no hay manera de evadir todas las decepciones en la vida. Sin embargo, no tenemos que vivir desanimados. Con la perspectiva correcta de Dios y de su soberanía, podemos superar los sentimientos de desesperación.

Permitir el fracaso y la decepción es parte del plan perfecto de Dios, el cual usará para nuestro bien (Ro 8.28).

Si nuestra confianza está puesta en nosotros y en lo que podemos lograr, siempre nos decepcionaremos. El único remedio verdadero para el desánimo es depositar nuestra esperanza en Dios.

El Señor quiere que tengamos éxito, pero no necesariamente por medio de nuestros esfuerzos. Al contrario, Dios anhela que todos salgamos victoriosos de la desesperación y la decepción, al confiar y depender de Él.

Oración:

Señor, gracias por proveerme con las fuerzas que necesito para cada prueba que enfrento y por darme las tuyas, cuando las mías ya se han agotado.