Biblia Devocional en 1 Año: Salmos 9

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(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 9. Esperamos sea de bendición para ti)

El Salmo 9 es básicamente un himno de David que destaca el juicio y el reinado de Dios. El estudio bíblico del Salmo 9 revela cómo el salmista veía al Señor como Juez y Rey de toda la tierra. Así pues, el Salmo 9 supone una alabanza de la soberanía de Dios.

El rey David fue quien escribió el Salmo 9, pero no es posible determinar con exactitud en qué momento de su vida ocurrió esto. El título del Salmo 9 también es algo misterioso. El título nos informa de que el salmo fue escrito por David y debía ser entregado al cantor principal.

Pero el mismo título lleva un término hebreo que significa literalmente «muerte al hijo». Se han hecho muchas conjeturas para intentar explicar esta expresión, pero la gran verdad es que no se sabe con certeza qué tiene que ver con este salmo.

Parece que la mejor interpretación es considerar que esta expresión se refiere a una canción. Si esto es correcto, entonces el Salmo 9 debería cantarse al son de esta misteriosa canción, pero sin duda era bien conocida por el maestro cantor de Israel. Otra curiosidad sobre el Salmo 9 es su relación con el Salmo 10. Es posible que originalmente ambos salmos formaran un solo salmo, o quizá se complementaran.

Podemos esbozar el Salmo 9 dividiéndolo en dos partes principales. La primera parte es una serie de reflexiones que forman una alabanza a la liberación de Dios (Salmo 9:1-12). La segunda parte es una serie de oraciones que, aunque nacen en medio del sufrimiento, apuntan a la protección y la justicia de Dios (Salmo 9:13-20).

Alabanza a Dios (Salmo 9:1-12)

El salmista comienza el Salmo 9 con una clara expresión de alabanza: «Te alabaré, Señor, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas» (Salmo 9,1).

En esta declaración, David deja claro su sincero compromiso con la gloria de Dios. David reconoce que el hombre debe alabar a Dios con todo su ser, y también indica cuál debe ser el objetivo de todo verdadero adorador: proclamar al mundo los grandes actos de Dios en favor de su pueblo.

Hoy en día muchas personas, disgustadas por un creciente movimiento de regateo con Dios, acaban diciendo que no adoran a Dios por lo que hace, sino que adoran a Dios por lo que es. El problema es que para evitar un error, estas personas acaban cometiendo otro error. Dios debe ser alabado por lo que es, y también debe ser alabado por lo que hace.

Las maravillosas obras de Dios señalan su soberanía y el modo en que gobierna providencialmente todas las cosas. Y, como dice aquí el salmista, el creyente debe dedicarse a contar a todo el mundo las maravillas de Dios, pues en todo lo que Dios hace hay motivos para glorificarlo.

El salmista continúa diciendo que Dios es su alegría y su exaltación (Sal 9,2). En este punto se refiere a Dios como el «Altísimo», del hebreo El Elyon. Es el mismo nombre divino que honró el patriarca Abraham (Génesis 14).

A partir del versículo 3, el salmista habla de la victoria garantizada por Dios. Los tiempos verbales de estos versículos en hebreo están en pasado. Pero la mayoría de los eruditos coinciden en que no describen hechos pasados, sino que hablan de la esperanza futura del salmista en la protección indefectible del Señor. En otras palabras, era tal la confianza del salmista en Dios que habla de los acontecimientos futuros como si ya estuvieran en el pasado (Salmo 9:3-6).

En estos versículos, David señala a Dios como el juez justo que juzga con justicia la causa de quien le pertenece. En este sentido, el salmista habla del desastroso final de los malvados. Dice que los malvados son destruidos y sus nombres, borrados. Sus ruinas son perpetuas (Salmo 9:5,6).

En este punto es imposible ignorar el contraste entre la transitoriedad de los impíos y la eternidad de Dios. Los nombres de los impíos son borrados, mientras que el santo nombre del Señor permanece para siempre. A diferencia de los malvados y sus reinos, el Señor reina para siempre. Su trono es inconmovible y su justicia se manifiesta en su justo gobierno (Salmo 9:7,8).

Por todo ello, el pueblo de Dios puede confiar en Él. El salmista declara con razón: «También el Señor es una torre alta para el oprimido, un refugio en tiempos de angustia» (Salmo 9:9). Los creyentes se consuelan sabiendo que el Señor nunca abandona a quienes Le buscan. No ignora el clamor de los oprimidos (Salmo 9:10-12).

Clama a Dios (Salmo 9:13-20)

En la segunda parte del Salmo 9, el salmista habla de su situación actual de gran angustia y persecución. Reza para que Dios se apiade de él y esté atento al sufrimiento al que le han sometido sus enemigos (Sal 9,13).

Sin embargo, la seguridad de David en Dios se mantiene firme, y su clamor se mezcla con su alabanza (Salmo 9:13,14). En este sentido, como explica D. Kidner, David declara que, por la acción de Dios, las puertas de la muerte no podrán impedirle atravesar las puertas de Sión (Introducción y Comentario a los Salmos, 1980). David estaba seguro de la respuesta de Dios y sabía que podría alabarle en los lugares públicos de Jerusalén.

A continuación, David habla de cómo los malvados sufren en las obras de sus propias manos. En este punto de su clamor, el salmista aplica el principio de la justa retribución. El Señor es el Juez conocido por su perfecta justicia (Salmo 9:15-17).

Por último, el salmista concluye de nuevo el Salmo 9 afirmando que Dios no olvida a su pueblo (Salmo 9:18-20). Dios es Quien libra las batallas de los suyos. Aunque los malvados se creen invencibles, en realidad no son más que mortales, es decir, hombres débiles y frágiles. Luego, en las palabras finales del Salmo 9, David vislumbra el día en que Dios pondrá a los malvados en el lugar que les corresponde y les hará comprender que no son más que polvo (Salmo 9:19,20).

Devocional:

Jehová será refugio del pobre, Refugio para el tiempo de angustia. En ti confiarán los que conocen tu nombre, Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron. (Salmos 9:9-10)

El Salmo 9 en general y especialmente los versículos 9 y 10 nos recuerdan la inquebrantable fidelidad de Dios y su eterno amor hacia nosotros. En medio de las dificultades y los desafíos de la vida, podemos encontrar refugio en el Señor. Él es nuestro amparo en tiempos de angustia, nuestro refugio seguro en medio de las tormentas de la vida, que puede sorprendernos y robarnos la paz. Cuando los problemas nos rodean y los obstáculos parecen insuperables, podemos confiar en que Dios está a nuestro lado, supliendo nuestras fuerzas humanas con las suyas, inagotables aún ante las más difíciles pruebas y perfectas ante cualquier desafío.

No importa cuán oscuro sea nuestro camino, su luz nos guiará y su mano poderosa nos sostendrá. Encontramos consuelo en su presencia constante y nos aferramos a la esperanza de que Él nunca nos abandonará. En medio de nuestras debilidades, Él se muestra fuerte; en medio de nuestras luchas, Él es batalla de nuestro lado. Su gracia y misericordia son inagotables, y su poder es ilimitado.

Así que, en lugar de desanimarnos, levantemos nuestros ojos al cielo y confiemos en el Dios que nos sostiene en cada momento. En sus manos seguras encontraremos paz, fortaleza y victoria.

Oración:

Señor, hoy nos acercamos a ti con gratitud en nuestros corazones. Tú eres nuestro refugio y fortaleza, nuestra ayuda en momentos de angustia. En medio de las dificultades y las luchas de la vida, nos aferramos a tu Palabra y encontramos consuelo en ella. Gracias por tu fidelidad y amor eterno, que nunca fallan. Ayúdanos a confiar en ti en todo momento, incluso cuando las circunstancias parezcan desafiantes, o sin solución. Ilumina nuestro camino y danos la valentía para seguir adelante, sabiendo que estás con nosotros. Permítenos experimentar tu paz que sobrepasa todo entendimiento y tu fortaleza que supera nuestras debilidades. Encomendamos nuestras vidas en tus manos, sabiendo que tú cuidarás de nosotros. En ti encontramos seguridad y confianza. Que nuestras vidas sean un testimonio de tu gracia y amor. En el nombre de Jesús, Amén.