Biblia Devocional en 1 Año: Salmos 81

Publicado por
(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 81. Esperamos sea de bendición para ti)

Salmo 81 – La Llamada a la Celebración y la Adoración

Contexto Histórico:

El Salmo 81 es un salmo atribuido a Asaf, uno de los principales músicos de la época del rey David. Aunque es difícil precisar el contexto histórico exacto de este salmo concreto, los eruditos creen que probablemente fue compuesto durante la época de la monarquía israelita, posiblemente durante el reinado de David o Salomón.

Para comprender el contexto histórico del Salmo 81, debemos considerar el trasfondo histórico más amplio del antiguo Israel. Durante este periodo, Israel era un reino dividido, con el reino septentrional de Israel y el reino meridional de Judá. El salmo refleja el entorno religioso y cultural de los israelitas, que eran descendientes de Abraham y creían en la alianza entre Dios y el pueblo israelita.

En general, el contexto histórico del Salmo 81 refleja las continuas luchas espirituales del pueblo israelita, que se debatía en su relación con Dios. Sirve como recordatorio de la fidelidad de Dios y de la importancia de permanecer fieles a la alianza, a pesar de las tentaciones y desafíos a los que se enfrentaban.

Resumen del Salmo 81:

El Salmo 81 comienza con un llamado a la celebración y la adoración a Dios:

«Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra;
Al Dios de Jacob aclamad con júbilo.»

El salmista invita a tocar instrumentos musicales y danzar ante Dios como expresión de alabanza y alegría:

«Tomad el tamboril y la arpa;
Haced sonar el pandero y el salterio.»

En el versículo 3, se menciona el mandato de Dios para observar las festividades y las lunas nuevas como recordatorio de su redención de la esclavitud en Egipto:

«Blasfad el cuerno en la nueva luna,
En el día señalado, en el día de nuestra fiesta solemne.»

Luego, el salmista reflexiona sobre cómo Dios rescató a Israel de la opresión egipcia. En los versículos 6-7, Dios recuerda su obra liberadora:

«Yo te saqué de Egipto;
Ea, abre tu boca, y yo la henchiré.»

Sin embargo, el salmo toma un giro al describir la desobediencia de Israel y cómo se apartaron de Dios:

«Pero mi pueblo no oyó mi voz,
E Israel no quiso obedecer.»

Dios lamenta que su pueblo haya seguido su propio camino en lugar de seguir sus mandamientos. Como resultado, los dejó a sus propios deseos y elecciones:

«Así que los entregué a la dureza de su corazón,
Y anduvieron en sus propios consejos.»

El Salmo 81 concluye con un llamado a Israel para que se vuelva a Dios y lo busque con todo su corazón:

«¡Oh, si mi pueblo me hubiera oído,
Si Israel hubiera andado en mis caminos!
En un momento habría yo sometido a sus enemigos,
Y vuelto mi mano contra sus adversarios.»

El salmista destaca la disposición de Dios para bendecir a su pueblo si ellos lo buscan y siguen sus caminos:

«Te habría sustentado con lo mejor del trigo,
Y con miel de la peña te habría saciado.»

Resumen General:

El Salmo 81 es un llamado a la celebración, la adoración y la reflexión sobre la fidelidad de Dios en la historia de Israel. A través de la música y la danza, el salmo insta a Israel a recordar la liberación de la esclavitud en Egipto y a reconocer la importancia de obedecer los mandamientos de Dios. Sin embargo, también se destaca la desobediencia de Israel y cómo su elección de seguir sus propios caminos los alejó de Dios. A pesar de esto, el salmo termina con la esperanza de que, si Israel se vuelve a Dios con sinceridad, él los bendecirá y los sustentará abundantemente. El Salmo 81 es una llamada a la restauración y a seguir los caminos del Señor con gratitud y obediencia.

Devocional:

 ¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo, Si en mis caminos hubiera andado Israel! (Salmos 81:13)

Una de las fiestas más gozosas instituidas por Dios para Israel fue la Fiesta de los Tabernáculos. Era la última fiesta anual, anunciada con el sonido de una trompeta (v.3). Durante siete días, el pueblo se regocijaba y elevaba sus voces en alabanza y adoración al Señor, viviendo en tiendas y disfrutando de las bendiciones de la cosecha de los viñedos y olivares. Esta celebración simbolizaba el periodo en que Israel habitó en tiendas en el desierto, pero también apunta al momento final, cuando el pueblo de Dios viajará durante «siete días ascendiendo al mar de cristal», a la ciudad celestial.

Pero al igual que la desobediencia y la murmuración prolongaron el desierto para el antiguo Israel, nosotros vivimos en una época de prolongación. «Escucha, pueblo mío, quiero exhortarte» (v. 8), ha sido el grito constante del Espíritu Santo. Por Su longanimidad, el Señor ha soportado este planeta que no es más que una mota en Su universo perfecto. Por Su inmenso e intenso amor por la humanidad caída, Jesús sostiene el toque de la última trompeta (1 Tes.4:16) mientras espera al último pecador arrepentido. Estamos llegando al final del gran Día de la Expiación. En nuestra angustia, clamemos al Señor, y Él nos librará (v.7). Aferrémonos a la fuerte diestra del Señor, «nuestra fuerza» (v.1), y muy pronto librará nuestros «hombros de la carga» (v.6) del pecado.

«¡Oh Israel, si me escucharas!» (v.8), dice el Señor. «Pero mi pueblo no quiso escuchar mi voz» (v.11). «Así que os dejé caminar en la obstinación de vuestro corazón; seguid vuestros propios consejos» (v.12). Como niños desobedientes y necios, muchos han vivido bajo la falsa ilusión de seguir a Dios. Del mismo modo que formar parte de Israel no era sinónimo de amistad con El Señor, tampoco lo es el tener una percepción de propia justicia. Enoc, Noé, Abraham, Moisés y otros oyeron la voz de Dios porque estaban en comunión con Él. Su voz les era familiar porque les complacía caminar en la Ley del Señor.

Como padres, podemos enseñar a nuestros hijos el camino que deben seguir, pero llegará el momento en que tendrán que decidir por sí mismos si se mantienen en él o caminan «en la obstinación de su corazón» (v. 12). Del mismo modo, nuestro Padre celestial nos indica Su «camino sumamente excelente» (1 Cor.12:31), pero nunca nos obligará a seguirlo. En medio de un cristianismo barato de alabanzas incoherentes, que, por la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, formemos parte del pueblo que Le alaba con su vida y su corazón, «los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús» (Ap 12:17). Entonces oiremos pronto el sonido de nuestro rescate resonando por la bóveda celeste y anunciando nuestra salvación que durará «para siempre» (v.15).

¡Buenos días, hijos del Señor!

Oración:

Señor, no queremos caminar en la obstinación de nuestros corazones, siguiendo como necios nuestros propios consejos. Sino que queremos ser transformados y guiados por tu Espíritu. Queremos llegar a conocerte mediante el estudio de Tu Santa Palabra, sólo así no escucharemos a extraños, y Tu voz nos resultará familiar. ¡Te amamos! En el nombre de Jesús, ¡Amén!