Biblia Devocional en 1 Año: Salmos 128

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(Lee al final el estudio un devocional de Salmos  128. Esperamos sea de bendición para ti)

El Salmo 128: La Felicidad del Temeroso de Dios y Su Familia

El Salmo 128 es un Salmo de bendición y prosperidad familiar. En este Salmo, el salmista describe las bendiciones que provienen de temer al Señor y andar en Sus caminos.

El salmista comienza declarando que aquel que teme al Señor será bendecido con prosperidad y felicidad. Se le promete que comerá de los frutos de su trabajo y que será bendecido con paz y bienestar.

El Salmo también destaca la importancia de la familia. El salmista describe a la esposa como una vid fructífera en el hogar y a los hijos como brotes de olivo alrededor de la mesa. Esto simboliza la abundancia y la bendición que viene a través de una familia fuerte y unida.

Además, el salmista habla de la bendición de ver a los hijos de los hijos, lo cual es un símbolo de una larga vida y una descendencia próspera.

La Bendición de Temer al Señor

El Salmo 128 comienza con una declaración de bendición para aquellos que temen al Señor: «Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos.» (Salmo 128:1). La felicidad y la bendición son prometidas a aquellos que respetan y reverencian al Señor y siguen Sus caminos. Este verso establece el tono del Salmo, enfocándose en la importancia de la relación del hombre con Dios.

La Imagen de la Familia Feliz

El Salmo 128 utiliza una imagen de la familia como una vid que da frutos: «Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa.» (Salmo 128:3). Esta metáfora destaca la importancia de la unidad y la fecundidad en la familia, donde la esposa es comparada con una vid que produce frutos y todos unidos son emisores de la gracia de Dios en comunión fraternal con las uniones de otros hermanos en familia. También la imagen de los hijos alrededor de la mesa es un símbolo de bendición y alegría.

La Bendición de Jerusalén

El Salmo 128 menciona la importancia de Jerusalén en la vida del creyente: «Jehová te bendiga desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida.» (Salmo 128:5). Jerusalén, como la ciudad de Dios, representa un lugar de bendición y prosperidad para el pueblo fiel. Esta referencia resalta la importancia de la relación con Dios y la ciudad santa en la vida del creyente.

La Relevancia Actual

El Salmo 128 tiene una relevancia continua en la vida de los creyentes. Nos recuerda la importancia de temer al Señor y seguir Sus caminos, y cómo esto conduce a la felicidad y la bendición en nuestras vidas y familias. También destaca la importancia de la unidad familiar y la relación con Dios como fuente de prosperidad y alegría.

En resumen, el Salmo 128 es un cántico que celebra la felicidad y la bendición que provienen de temer al Señor y seguir Sus caminos. Este Salmo destaca la importancia de la relación con Dios y la unidad familiar como fuentes de alegría y prosperidad. Es un recordatorio de que, a través de la reverencia por Dios y la obediencia a Sus caminos, podemos experimentar la plenitud y la felicidad en nuestras vidas y en nuestra familia.

Devocional:

Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, Que anda en sus caminos. (Salmos 128:1)

Con demasiada frecuencia, en un esfuerzo por comprender a Dios, lo reducimos a un tamaño que pueda caber en nuestras pequeñas mentes. Para ayudarnos a protegernos de este pensamiento limitado, las Escrituras nos ordenan que tengamos temor de Dios. Este salmo dice que cuando tememos a Dios, iniciamos el camino hacia la bienaventuranza. Esto no significa tener «miedo» de Dios, estar paralizados por el temor, sino estar asombrados y maravillados de Él, teniéndole en la más alta consideración posible. Significa reconocer que Él es santo y nosotros no. Es entonces cuando llegarán las bendiciones.

Si ponemos a Dios en el centro de todo lo que somos, de todo lo que pensamos y de todo lo que aspiramos a hacer, entonces se nos promete que «nos irá bien». Si reverenciamos a Dios, no haremos nuestros propios planes, orando sólo como que ello fuera nuestra última opción en medio de una prueba, sino el medio a través del cual obtenemos la alegría y la bendición del Señor como los subproductos de una vida que se vive dentro de la voluntad del Señor.

Si comenzamos con Dios y viajamos por el camino que el nos ha trazado conforme a Su Santa Palabra, entonces esa obediencia producirá sobrenaturalmente paz en nuestras vidas. El camino que elijamos recorrer determinará nuestras bendiciones a lo largo de todo nuestro andar, así como nuestro destino. De la forma en que reclamemos las promesas del Señor, está determinado por el camino que elijamos seguir, el Suyo o el nuestro.

Un artículo de noticias del 12 de agosto de 1969 de uno de los diarios más relevantes de Estados Unidos para la época, decía: «El calor abrasador del verano en la zona del Valle de la Muerte ha matado a 2 hombres y a un joven que intentaban llegar a un lugar habitado partiendo a pie a través del desierto». Al parecer, Arnold Dobson, Harold Mast Sr. y su hijo Harold Jr. se quedaron varados en el árido valle de Saline sin agua. Uno de los tres cuerpos fue encontrado a 7 millas de su coche abandonado, otro a 14 millas y el último a 17 millas. El ayudante del sheriff Red Landergren dijo: «Parece que se equivocaron de camino». Simplemente giraron en la dirección equivocada, tratando de regresar a una casa de rancho que habían pasado 30 millas atrás. Si hubieran seguido sólo una milla más por la carretera, habrían encontrado un bosquecillo de sauces con un manantial.

De esa misma forma es el caminar en comunión con El Señor, tan sólo un pequeño paso que tomemos para alejarnos de su senda, nos llevará a caminos de pérdida y muerte, pero también, tan sólo un pequeño paso que tomemos para comprometernos a caminar junto a Él, nos llevará a la gloria, de la vida plena y verdadera.

Oración:

Señor, sabemos que bendices a todos los que caminan contigo, aunque nos lleves en direcciones inesperadas. Tu bendición está en nuestras vidas cuando simplemente te seguimos». Que asi sea siempre. Te lo pedimos, En El Nombre de Jesús, Amén.