Biblia Devocional en 1 Año: Salmos 109

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(Lee al final el estudio un devocional de Salmos  109. Esperamos sea de bendición para ti)

Salmo 109- Clamor por la intervención del Señor

El Salmo 109 es un lamento atribuido al rey David. Es conocido por su tono imprecativo, en el cual se clama a Dios para que tome acción contra los enemigos y haga caer sobre ellos sus justos juicios. El salmo se divide en varias secciones distintas, en las cuales se expresan súplicas y maldiciones dirigidas a los adversarios.

En la primera sección (versículos 1-5), se describe la maldad y la traición de aquellos que se oponen al salmista. Se clama a Dios para que intervenga y haga justicia, acusando a los enemigos y pidiendo que se atiendan las oraciones. Además, se relata cómo los adversarios rodean al salmista con palabras de odio y acusaciones falsas.

La segunda sección (versículos 6-20) contiene una serie de maldiciones y súplicas de venganza contra los enemigos. Se pide a Dios que tome medidas enérgicas contra ellos, pronunciando maldiciones y solicitando su completa destrucción. Se desea que los adversarios sean derrotados y que sus nombres sean olvidados, y se solicita que sus hijos queden huérfanos y sus esposas viudas.

La tercera sección (versículos 21-25) es una súplica personal a Dios en busca de ayuda y protección. El salmista reconoce su necesidad de intervención divina y clama a Él para que actúe en su favor. Se pide a Dios que lo rescate de la persecución y la aflicción, y que lo trate con bondad y misericordia. Se promete alabar y agradecer a Dios en medio de la congregación, confiando en que responderá al clamor.

En la cuarta sección (versículos 26-31), se expresa confianza y alabanza a Dios. Se declara confianza en la fidelidad y el amor divinos, a pesar de las dificultades. Se reconoce que Dios es el defensor de los oprimidos y el justo juez. Se promete alabar y exaltar a Dios por su salvación y misericordia.

En resumen, el Salmo 109 es un lamento y súplica en el cual se clama a Dios para que tome acción contra los enemigos. Aunque contiene maldiciones y expresiones de ira, también se encuentran elementos de confianza y alabanza a Dios. Este salmo nos enseña la importancia de llevar nuestras cargas y preocupaciones a Dios, confiando en su justicia y misericordia. También nos recuerda la necesidad de perdonar y buscar la paz, incluso en medio de la persecución y la traición. A través de este salmo, somos animados a confiar en Dios y reconocer su soberanía en todas las circunstancias de la vida.

Devocional:

En pago de mi amor me han sido adversarios; Mas yo oraba. (Salmos 109:4)

De todo este Salmo, ésta es la expresión más sorprendente y poderosa: «Mas yo oraba». David mencionó la gran angustia que sufría a causa de los malvados ataques de sus enemigos. Sin embargo, en ningún momento habló de tomarse la justicia por su mano. Al contrario, el salmista describió los juicios que caerán sobre quien «amó la maldición… y no deseó la bendición» (v.17). «¡Oh Dios de mi alabanza, no calles!» (v.1). No era una protesta contra el silencio de Dios, sino el clamor de un hijo cuyo corazón sólo confiaba en la acción divina (v. 21).

En el libro de los Salmos encontramos muchas profecías. El versículo ocho no se refería sólo a los adversarios de David, sino que era una referencia profética a Judas, que cambió la bendición por la maldición: «Sean sus días pocos; Tome otro su oficio.». Estas palabras se repiten en Hechos 1:20, cuando los discípulos se unen para elegir al duodécimo apóstol que ocupará el lugar del traidor. También en el versículo veinticinco encontramos otra profecía, ésta cumplida en la vida de nuestro Salvador: «Yo he sido para ellos objeto de oprobio; Me miraban, y burlándose meneaban su cabeza.». Mientras Cristo sufría en la cruz del Calvario, «Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza» (Mt 27,39).

En vista de ello, nos damos cuenta de que siempre ha habido y siempre habrá sólo dos clases de personas en este mundo: los que eligen el camino de la bendición y los que eligen el camino de la maldición. Los perseguidores y los perseguidos. La cizaña y el trigo. No existe una tercera opción. Así que sólo tenemos dos alternativas, dos elecciones que hacer: o seguimos a Dios y Su Palabra, o seguimos el camino de las multitudes. Tened cuidado con eso, amados: ¡Cuidado con las multitudes! Recuerda a Noé, a Elías, a Juan el Bautista, a Daniel y sus amigos, a los propios discípulos, todos los cuales, a pesar de estar en minoría, fueron a contracorriente de su época y salieron victoriosos por la acción de Dios.

Si hoy adoptamos la postura de David, viviendo una vida de oración y confiando en la justicia divina, nuestras vidas serán una alabanza a Dios «en medio de la multitud».  Pues, una vida de oración no es una vida estancada en el concepto de ser feliz y pleno. Una vida de oración es un fuerte clamor al mundo que se dé cuenta de que la verdadera felicidad sólo puede encontrarse en Jesús; pues la única realidad es que sólo venceremos si hacemos del Señor nuestra defensa.

¡Buenos días, hombres y mujeres de oración!

Oración:

En medio de la adversidad, elevo mi clamor a Ti, oh Dios para que fortalezcas mi vida de oración. Confiado en tu fidelidad, sé que responderás a mi llamado. Tus promesas son mi fortaleza y refugio en tiempos difíciles. Que tu luz disipe la oscuridad y tu justicia prevalezca sobre mis enemigos. En ti confío y mi corazón se regocija, porque sé que eres mi defensor y protector. En El Nombre de Jesús, Amén.