Biblia Devocional en 1 Año: Salmos 107

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(Lee al final el estudio un devocional de Salmos  107. Esperamos sea de bendición para ti)

Salmo 107 – Consuelo en tiempos de adversidad

El Salmo 107 es un himno de acción de gracias que celebra la fidelidad y el poder de Dios en medio de las dificultades y aflicciones de la vida. El salmo está estructurado en cuatro secciones, cada una de las cuales presenta una situación de peligro o necesidad y cómo Dios interviene para rescatar y redimir a su pueblo.

La primera sección (versículos 4-9) describe a un grupo de personas que se encuentran perdidas en el desierto, sin camino ni agua. Están desfallecidos y desesperados, pero cuando claman a Dios, él los rescata, los guía por un camino seguro y los lleva a un lugar habitable donde pueden establecerse y prosperar. Aquí, la lección es que cuando enfrentamos situaciones difíciles y nos sentimos perdidos, podemos acudir a Dios con confianza y él nos guiará hacia la esperanza y la seguridad.

La segunda sección (versículos 10-16) relata la experiencia de aquellos que están atrapados en prisión y encadenados debido a su rebeldía y pecado. En su angustia, claman a Dios y él los libera, rompe las cadenas y los restaura a la libertad. La lección aquí es que, incluso en medio de nuestras propias elecciones equivocadas y las consecuencias dolorosas que enfrentamos, Dios es capaz de rescatarnos y ofrecernos una nueva oportunidad.

La tercera sección (versículos 17-22) presenta a personas enfermas y al borde de la muerte debido a su propia insensatez y rebeldía. Cuando claman a Dios, él los sana y los rescata de la muerte. La lección que se extrae de esta sección es que, incluso en tiempos de enfermedad y debilidad, podemos confiar en Dios para recibir sanidad física, emocional y espiritual.

La cuarta sección (versículos 23-32) narra la experiencia de aquellos que se enfrentan a una tempestad en el mar. Se ven envueltos por las olas y el viento, y su vida está en peligro. Pero cuando gritan a Dios, él calma la tormenta y los guía a un lugar seguro. Aquí, la lección es que, en medio de las tormentas de la vida, Dios tiene el poder de traer calma y seguridad a nuestras vidas, si confiamos en él y clamamos a su nombre.

El salmo concluye con una exhortación a reflexionar sobre las obras de Dios y a agradecerle por su amor y bondad. Reconoce que aquellos que son sabios prestarán atención a las obras de Dios y entenderán su amoroso carácter. El salmo termina con una afirmación de que la sabiduría comienza con el temor reverente a Dios.

En resumen, el Salmo 107 es un himno de acción de gracias que celebra la fidelidad de Dios en medio de las dificultades y peligros de la vida. A través de cuatro historias, se destaca cómo Dios rescata y redime a su pueblo cuando claman a él en momentos de necesidad. Las lecciones extraídas incluyen confiar en Dios en tiempos de pérdida y desesperación, buscar su liberación y perdón cuando estamos atrapados en nuestras elecciones erróneas, confiar en su poder sanador en momentos de enfermedad y debilidad, y buscar su paz y protección en medio de las tormentas de la vida. El salmo nos anima a reflexionar sobre las obras de Dios y agradecerle por su amor y bondad en todas las circunstancias de la vida.

Devocional:

Entonces clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones. (Salmos 107:6)

Por mucho que sepamos que en este mundo tendremos aflicciones, nunca estamos suficientemente preparados para afrontarlas. Nos hacen sentir impotentes, tristes y desanimados. Todos pasamos por momentos de angustia que a menudo son difíciles de comprender. Algunos suceden sin culpa nuestra. Otros son el resultado de nuestras propias fallas. Sin embargo, aunque sean agentes negativos para nosotros, existe una promesa divina que nos permite ver una luz al final del túnel: «Muchas son las aflicciones del justo, pero el Señor le libra de todas ellas» (Sal.34:19).

Cristo mismo nos advirtió: «En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.» (Jn 16,31). Los «redimidos del Señor» (v. 2) no están libres de tribulación. Recordemos que seguimos siendo pecadores y que este mundo no es el cielo. Estamos sujetos a atravesar «el valle de sombra de muerte» (Sal.23:4), pero debemos confiar en que el Señor Dios está con nosotros y utilizará su vara y su cayado para consolarnos.

Cuántas veces provocamos nuestra propia desgracia vagando «por el desierto» (v.4). El desierto no entra en nuestras vidas para hacernos caer, sino para educarnos y fortalecernos. Recuerda el ejemplo de Cristo (Mt 4,1-11). Lo que convertirá nuestro desierto en una bendición o en una maldición son nuestras elecciones. Somos libres de elegir caminar «por el mal camino» (v. 4), o ser guiados por Dios «por el buen camino» (v. 7). Somos libres de elegir rebelarnos «contra la palabra de Dios» (v. 11), o ser curados por ella y liberados del poder de la muerte (v. 20). Por tanto, somos libres de elegir entre la necedad (v. 17) y la sabiduría (v. 43).

Amados, Dios no permite que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas (1 Cor 10,13). Tampoco permite que seamos probados, a menos que sea para nuestro crecimiento y madurez cristianos. Jesús se hizo como nosotros y, como hombre, venció las tentaciones y soportó las pruebas para darnos ejemplo de que, si seguimos sus pasos, como él y con él, saldremos «vencedores para vencer» (Ap.6:2).

Por tanto, demos «gracias al Señor por su bondad y por sus maravillas para con los hijos de los hombres» (vv. 8, 15, 21, 31) y «alegrémonos [de] pasar por muchas pruebas, sabiendo que la prueba de [nuestra] fe, una vez confirmada, produce la perseverancia» (Sant 1, 2-3). ¿Y qué es la perseverancia de los santos? «He aquí la perseverancia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús» (Ap.14:12). Y «el que persevere hasta el fin se salvará» (Mt 24,13). «Considere estas cosas el sabio, y considere las misericordias del Señor» (v.43).

¡Velemos y oremos!

¡Buenos días, sabios de Dios!

Oración:

Señor, ¡te alabamos por tu bondad y tu misericordia! Úngenos con tu sabiduría y guíanos por tu buen camino. En el nombre de Jesús, ¡Amén!