Marcos 6
Marcos 6 resalta tanto el poder de Jesús como la importancia de la fe. A pesar del rechazo en Nazaret, su ministerio sigue adelante con grandes milagros, como la alimentación de los cinco mil y caminar sobre el agua. También se refleja la entrega y el sacrificio, al ver la trágica muerte de Juan el Bautista por su compromiso con la verdad.
Jesús en Nazaret (Marcos 6:1-6)
Jesús regresa a su ciudad natal, Nazaret, y enseña en la sinagoga. Aunque muchos se maravillan por su sabiduría y los milagros que ha realizado, algunos lo desprecian, preguntándose cómo un simple carpintero, hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón, podría tener tal autoridad. Jesús responde: «No hay profeta sin honra sino en su propia tierra» (Marcos 6:4). Debido a la incredulidad de la gente, Jesús no pudo hacer muchos milagros allí, excepto sanar a unos pocos enfermos. Sorprendido por la falta de fe, continuó enseñando en otras aldeas.
La Misión de los Doce (Marcos 6:7-13)
Jesús envía a sus doce discípulos de dos en dos con la autoridad para sanar y expulsar demonios. Les instruye que no lleven nada para el camino, excepto un bastón: ni pan, ni bolsa, ni dinero, confiando en la provisión de Dios. Les dice que se queden en cualquier casa que los reciba, pero si no los escuchan, se sacudan el polvo de sus pies como testimonio contra ellos. Los discípulos salen y predican el arrepentimiento, sanan a muchos enfermos y expulsan demonios en el nombre de Jesús.
La Muerte de Juan el Bautista (Marcos 6:14-29)
Herodes Antipas escucha sobre los milagros de Jesús y cree que Juan el Bautista ha resucitado. Herodes había arrestado a Juan por denunciar su relación con Herodías, la esposa de su hermano, lo que era contrario a la ley. Durante una fiesta, la hija de Herodías baila ante Herodes y sus invitados, y él, complacido, le promete darle lo que desee. A instancias de su madre, la joven pide la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja. Aunque Herodes se entristece por la petición, accede a causa de su juramento y los invitados presentes. Juan es decapitado en prisión, y sus discípulos recogen su cuerpo y lo entierran.
La Alimentación de los Cinco Mil (Marcos 6:30-44)
Tras el regreso de los discípulos de su misión, Jesús los invita a descansar en un lugar apartado. Sin embargo, una multitud los sigue, y Jesús, movido por compasión, les enseña. Al llegar la tarde, los discípulos sugieren despedir a la multitud para que compren comida, pero Jesús les dice: «Dadles vosotros de comer». Solo encuentran cinco panes y dos peces. Jesús los bendice, los parte, y los discípulos reparten la comida a la multitud de cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. Todos comen y quedan satisfechos, y aún sobran doce cestas llenas de los restos.
Jesús Camina sobre el Agua (Marcos 6:45-52)
Después de alimentar a la multitud, Jesús envía a sus discípulos en una barca mientras Él se queda orando solo en la montaña. Más tarde esa noche, ve a los discípulos luchando contra el viento en medio del mar. Jesús se acerca caminando sobre el agua, y los discípulos, aterrados, piensan que es un fantasma. Jesús les dice: «Tened ánimo; yo soy, no temáis». Sube a la barca, y el viento se calma. Aún no comprendían el milagro de los panes, pues sus corazones estaban endurecidos.
Jesús Sana en Genesaret (Marcos 6:53-56)
Llegan a la región de Genesaret, y la gente reconoce a Jesús. Comienzan a traer a los enfermos en camillas, pidiéndole que los sane. Dondequiera que Jesús va, sea en aldeas, ciudades o campos, la gente le ruega que los enfermos toquen siquiera el borde de su manto, y todos los que lo tocan quedan sanados.
Versículo clave de Marcos 6:
«Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos.» Marcos 6:5-6
Este versículo muestra un momento notable en el ministerio de Jesús, donde, al visitar su propia tierra, se encontró con incredulidad por parte de su gente. La falta de fe de las personas de Nazaret limitó lo que Jesús pudo hacer entre ellos, demostrando que la incredulidad puede bloquear el poder de Dios en nuestras vidas. Aunque tenía el poder para hacer milagros, la duda y el escepticismo de la gente impidieron que experimentaran plenamente su obra transformadora.
El asombro de Jesús ante la incredulidad de su pueblo nos recuerda la importancia de la fe para recibir lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas. Este pasaje subraya que la fe es un componente esencial para ver la manifestación del poder de Dios. No es que Dios no pueda actuar, sino que nuestra incredulidad puede cerrar la puerta a sus bendiciones.
Oración:
Señor, te pedimos que aumentes nuestra fe y nos libres de la incredulidad. Ayúdanos a confiar en tu poder, aun cuando no entendamos completamente tus caminos. Que nuestras dudas no bloqueen las maravillas que deseas hacer en nuestras vidas. Danos la humildad y el corazón abierto para recibir tu obra milagrosa, en el nombre de Jesús. Amén.