Biblia Devocional en 1 Año: Levítico 22

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(Lee al final el estudio un devocional de Levítico 22. Esperamos sea de bendición para ti.)

Resúmen

El significado de Levítico 22 se refiere a la santidad de las ofrendas. Si un sacerdote se volvía ceremonialmente impuro por cualquier medio, no debía tener contacto con las cosas santas de Dios hasta que se limpiara ceremonialmente (Levítico 22:1-9).

Comentario por versículos

22:1, 2 – Dile a Aarón y a sus hijos que se aparten de las cosas sagradas. Cuando los sacerdotes eran ritualmente impuros, no debían acercarse a las ofrendas que los israelitas llevaban al tabernáculo en consagración a Dios. El propósito de esta prohibición se expresa en la frase para que no profanen el nombre de mi santidad. Si un sacerdote ritualmente impuro ofreciera un sacrificio, éste no tendría ningún valor.

22.3 – La expresión todo hombre de vuestras generaciones transmite una idea muy amplia, tanto en las generaciones como en el tiempo, respecto a quien se acercaba a las cosas sagradas siendo impuro. Si lo hiciera, sería extirpado. Esto no significa que el individuo sería ejecutado o desterrado, sino que sería excluido permanentemente del privilegio de desempeñar funciones sacerdotales.

22.4 – Las instrucciones relativas a la lepra se dan en Levítico 13:1-46 y 14:1-32, y las normas relativas al flujo se encuentran en Levítico 15:1-18.

22.5,6 – Los animales limpios e impuros se enumeran en el capítulo 11.

22.7 – Porque este es su pan. Los sacrificios traídos por los israelitas representaban la mayor parte de las provisiones diarias de los sacerdotes.

22.8,9 – Los israelitas ordinarios podían comer esta carne (Lev. 17:15,16). Sin embargo, a los sacerdotes se les exigía un nivel diferente.

22.10 – Tres grupos de personas no tenían acceso a la carne de las ofrendas: (1) el forastero, que podía ser un extranjero o un israelita que no pertenecía a la descendencia de Aarón; (2) el que vivía como huésped con el sacerdote y (3) el asalariado (siervo), que no era miembro del clan sacerdotal.

22.11 – Los esclavos, comprados o nacidos en el clan, podían consumir los alimentos consagrados. Estos, sí, formaban parte de la clase sacerdotal.

22.12 – La hija de un sacerdote se convertía en miembro de la familia de su marido cuando se casaba. Si su marido no era también sacerdote, perdía su derecho a comer el alimento sagrado.

22.13 – Pero ningún extranjero podrá comer de ella. Una repetición de la regla citada anteriormente. Esto marca el cierre de las prohibiciones y da un énfasis especial a ésta.

22.14-17 – La restitución de la cosa sagrada y una quinta parte más del valor de la misma era la pena para la persona que la comiera por error. Sin embargo, en Levítico 5:14-16, el castigo era el sacrificio de un carnero más la restitución más una quinta parte. Ambos contextos aluden a los que consumieron los alimentos consagrados de forma involuntaria. La pena mayor (Lv 5.14-16) probablemente se aplicaba al israelita que no podía, de ninguna manera, comer tales alimentos. La menor (Lev 22.14- 16) se imponía al sacerdote que normalmente consumía la ofrenda sagrada, pero en una ocasión en la que estaba ritualmente impuro.

22.18 – Los extranjeros residentes en Israel podían adorar a Dios junto con los israelitas. Si aceptaban al Dios de los israelitas como su Señor, también eran aceptados en el santuario divino bajo las mismas condiciones que los hebreos.

22:19-21 – Sin mancha… sin mancha en nada. Esta norma fue mencionada más tarde por el profeta Malaquías cuando algunas personas empezaron a traer animales defectuosos para el sacrificio en el altar de Dios (Mal. 1:7-14). No podemos ofrecer a Dios nada que no sea lo mejor.

22.22.23 – La prohibición de los animales defectuosos para el sacrificio se asemeja a la prohibición de los sacerdotes con discapacidades físicas ante el altar del Señor (Lev. 21. 17-23).

22.23 – Se hace una excepción con la ofrenda voluntaria, ya que ésta no era necesaria y no cumplía un voto.

22.24,25 – Los animales cortados (castrados) no se aceptaban para el sacrificio. Además, los animales adecuados para la ofrenda debían ser criados por los israelitas que adoraban a Dios, y no por los extranjeros que adoraban a una multitud de dioses paganos, de ahí el uso de la expresión de la mano del extranjero. Esto también puso fin a la tentación del israelita de comprar un animal inferior a un extranjero para ahorrar recursos y evitar sacrificar un animal de su propio rebaño.

22.26,27 – En estos versículos, el octavo día establece una analogía con el momento de realizar la circuncisión al bebé. Esta norma era principalmente compasiva. La madre no debía ser privada de su nueva cría en los primeros días tras el nacimiento del bebé, periodo en el que su instinto maternal y su leche estaban en su máximo nivel.

22.28-30 – No quitar la vida a una madre y a su cría el mismo día puede haber tenido un propósito humanitario. Sin embargo, también hay que tener en cuenta la preocupación económica. Un hombre que poseyera un pequeño rebaño y ofreciera dos animales en el mismo día podría estar actuando como un tonto y un derrochador, más que como una persona celosa. No le haremos ningún favor a Dios si ofrecemos todo nuestro sustento a su templo y luego necesitamos la caridad de los demás para llegar a fin de mes.

22.31-33 – Todos estos elementos ya se han mencionado, pero no juntos. La persona de Dios, su nombre, su acción en la santificación del pueblo y el rescate de la esclavitud en Egipto constituían la base del culto israelita.

Devocional:

Habló Jehová a Moisés, diciendo: Di a Aarón y a sus hijos que se abstengan de las cosas santas que los hijos de Israel me han dedicado, y no profanen mi santo nombre. (Levítico 22:1-2)

El capítulo 22 del Levítico trata de las responsabilidades de los hijos de Aarón ante el Señor. Al igual que cualquier otro miembro de la congregación, también podían contaminarse ceremonialmente y, por lo tanto, debían tener equilibrio, vigilancia y disciplina para que nada les impidiera desempeñarse en los oficios sagrados. Formar parte del linaje de Aarón no era una armadura, al contrario, les exigía un esfuerzo y un cuidado aún mayor. No hay ningún cristiano en el Reino de los Cielos que tenga inmunidad al pecado. También debemos ser «prudentes como palomas y astutos como serpientes», para caminar de forma digna de nuestra vocación.

También en este texto, observamos el cuidado que debía existir entre los israelitas con respecto a los animales ofrecidos en sacrificio. Debían ser sin mancha. Siendo los sacrificios levíticos una sombra de la obra perfecta que Cristo consumó en la cruz, esta prescripción sirvió para señalar a nuestro Salvador, que se ofreció a sí mismo como un sacrificio perfecto y sin mancha (Heb. 9.14; 1 Pe. 1.19). Así como Jesús estuvo libre de mancha para ser nuestro sacrificio expiatorio, nosotros mismos necesitamos estar libres de mancha para ofrecernos como un sacrificio agradable a Dios (2 Pe 3.14). Que el Señor nos ayude en este propósito, para que podamos agradarle en todo.

Oración:

Señor, transfórmame cada día de manera que sea yo instrumento agradable de Tu servicio en todo momento y situación.