Gálatas 3
Gálatas 3 nos enseña que la salvación no depende de la ley, sino de la fe en Cristo. La ley solo nos mostró nuestra necesidad de un Salvador, y Cristo nos redimió de su maldición. Ahora, en Cristo, somos hijos de Dios, herederos de la promesa y uno en Él, sin distinciones humanas. Nuestra identidad no está en nuestras obras, sino en la gracia de Dios.
La Justificación por la Fe y No por la Ley (Gálatas 3:1-9)
Pablo reprende a los gálatas por su necedad, pues aunque recibieron el Espíritu por la fe, ahora quieren justificarse por las obras de la ley. Les recuerda que Abraham fue justificado por la fe y que los verdaderos hijos de Abraham son los que tienen fe.
La Escritura ya había anunciado que Dios justificaría a los gentiles por la fe, y por eso dijo a Abraham: «En ti serán benditas todas las naciones».
La Maldición de la Ley y la Redención en Cristo (Gálatas 3:10-14)
Pablo explica que quienes dependen de la ley están bajo maldición, porque nadie puede cumplirla perfectamente. Pero Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose maldición por nosotros en la cruz, para que los gentiles pudieran recibir la bendición de Abraham y el Espíritu por la fe.
La Promesa a Abraham y la Función de la Ley (Gálatas 3:15-22)
Pablo explica que la promesa hecha a Abraham no depende de la ley, pues esta vino 430 años después. La ley no anula la promesa, sino que fue dada para mostrar el pecado y llevarnos a Cristo.
La ley no podía dar vida, sino que encerró a todos bajo el pecado para que la promesa se recibiera por la fe en Cristo.
La Ley nos Conduce a Cristo, Pero la Fe nos Hace Hijos de Dios (Gálatas 3:23-29)
Antes de que viniera la fe, la ley era nuestro ayo (tutor) para guiarnos a Cristo, pero ahora que la fe ha llegado, ya no estamos bajo el tutor.
Todos los que han creído en Cristo son hijos de Dios y uno en Cristo, sin distinción de raza, estatus social o género. Si pertenecemos a Cristo, somos descendencia de Abraham y herederos según la promesa.
Versículo clave de Gálatas 3:
«Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero).» Gálatas 3:13
Este versículo nos recuerda el sacrificio de Cristo, quien tomó sobre sí la maldición que merecíamos por causa del pecado. Según la ley, cualquiera que fuera colgado en un madero era considerado maldito, y Jesús, al morir en la cruz, llevó esa maldición en nuestro lugar para darnos libertad y salvación. Su sacrificio nos redimió de la condenación de la ley y nos dio acceso a la gracia y a la vida eterna.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre el precio que Cristo pagó por nosotros. Nos recuerda que ya no estamos bajo la esclavitud del pecado ni de la ley, sino que ahora vivimos en la libertad que Él nos ha dado. Nuestra respuesta debe ser una vida de gratitud, amor y entrega total a Dios.
Oración:
Señor, gracias porque Jesús tomó sobre sí la maldición que yo merecía. Ayúdame a vivir en la libertad que me has dado, confiando en tu gracia y en el sacrificio de Cristo. Que mi vida sea un reflejo de gratitud y obediencia a tu voluntad, glorificándote en todo lo que haga. En el nombre de Jesús, Amén.