Gálatas 2
Gálatas 2 nos enseña que la salvación es solo por la fe en Cristo, no por cumplir la ley. También nos advierte sobre el peligro de la hipocresía religiosa, como en el caso de Pedro. Finalmente, nos recuerda que Cristo vive en nosotros, y nuestra nueva vida debe ser dirigida por la fe en Él, no por normas externas. No somos justificados por nuestras obras, sino por la gracia de Dios.
Pablo Confirma su Evangelio con los Apóstoles (Gálatas 2:1-10)
Pablo relata que catorce años después de su conversión, subió a Jerusalén con Bernabé y Tito, guiado por una revelación, para presentar el evangelio que predicaba a los gentiles.
Los líderes de la iglesia no impusieron ninguna carga adicional a su mensaje, reconociendo que Pablo había sido llamado por Dios para predicar a los gentiles, así como Pedro lo fue para los judíos.
Le dieron la diestra de compañerismo, confirmando su ministerio y pidiéndole que no olvidara a los pobres, lo cual Pablo ya tenía en cuenta.
Pablo Confronta a Pedro por su Hipocresía (Gálatas 2:11-14)
Pablo narra un incidente en Antioquía, donde tuvo que reprender a Pedro (Cefas) públicamente. Al principio, Pedro comía con los gentiles, pero cuando llegaron algunos judíos enviados por Jacobo, se apartó por temor a la crítica, lo que llevó a otros, incluso a Bernabé, a actuar con hipocresía.
Pablo le dice que si él, siendo judío, vive como gentil, ¿por qué obliga a los gentiles a vivir como judíos? La salvación no depende de las obras de la ley, sino de la fe en Cristo.
Justificación por la Fe, No por la Ley (Gálatas 2:15-21)
Pablo explica que la justificación no viene por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo. Si la justicia viniera por la ley, Cristo habría muerto en vano.
Afirma que ha sido crucificado con Cristo y ahora Cristo vive en él. Su vida ya no depende de la ley, sino de la fe en el Hijo de Dios, quien lo amó y se entregó por él.
Versículo clave de Gálatas 2:
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20
Este versículo expresa la transformación radical que ocurre en la vida del creyente cuando se entrega completamente a Cristo. Pablo declara que su antigua vida ha sido crucificada con Cristo, y ahora su identidad, propósito y forma de vivir están totalmente en Él. Ya no se trata de su propio esfuerzo, sino de una vida guiada por la fe en el Hijo de Dios, quien lo amó y se sacrificó por él.
Este pasaje nos desafía a vivir con la convicción de que nuestra vida le pertenece a Cristo. Nos recuerda que la verdadera vida cristiana no consiste en reglas externas, sino en una relación íntima con Jesús, permitiendo que su presencia transforme cada aspecto de nuestra existencia.
Oración:
Señor, gracias porque en Cristo tengo una nueva vida. Ayúdame a vivir cada día con la conciencia de que ya no vivo para mí mismo, sino para Ti. Que mi fe sea firme y mi vida refleje tu amor y sacrificio. Enséñame a depender completamente de Ti en todo lo que haga. En el nombre de Jesús, Amén.