Biblia Devocional en 1 Año: Éxodo 28

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(Lee al final el estudio un devocional de Éxodo 28. Esperamos sea de bendición para ti.)

El significado de Éxodo 28 trata de los deberes del sacerdocio en general. Todos los sacerdotes llevaban una vestimenta especial que les otorgaba la dignidad y el honor propios de su cargo.

Por ello, las ropas del sumo sacerdote eran especialmente impresionantes. Y lo que es más importante, sus distintas prendas ayudaban al pueblo a comprender el carácter sagrado de sus deberes ante Dios (Éxodo 28:1-3).

Las prendas sacerdotales

La prenda más vistosa que llevaba el sumo sacerdote era el efod (GNB: chaleco sagrado). Una prenda corta de lino del mismo material que las cortinas del tabernáculo, pero con un hilo de oro trabajado en el tejido (véase Éxodo 39:2-3).

Es decir, se sujetaba con dos correas y se sujetaba a la cintura con un fajín, del mismo material. En las correas había dos piedras, una en cada hombro, grabadas con los nombres de las tribus de Israel (Éxodo 28:4-14).

En el centro del pecho del sumo sacerdote había una pieza de tela ricamente bordada, doblada para formar una bolsa cuadrada y plana. Esto se llamaba coraza o peto.

En el exterior había doce piedras preciosas, que también simbolizaban las doce tribus de Israel. El peto se ataba sobre el efod con cadenas de oro sujetas a anillos en las cuatro esquinas.

Urim y Tumim

En su interior se encontraban el Urim y el Tumim, generalmente considerados como dos pequeños objetos que, al sacarlos de la bolsa, indicaban «sí» o «no» a una pregunta adecuada (Éxodo 28:15-30; cf. Números 27:21; 1 Samuel 14:41; 1 Samuel 28:6).

Justo debajo del efod había una túnica azul. De la parte inferior de esta túnica colgaban campanas y granadas, de modo que cuando el sumo sacerdote se desplazaba de un lugar a otro dentro del tabernáculo, la gente de fuera oía el tañido de la campana.

Así, el sonido de las campanas les tranquilizaría, informándoles de que el sumo sacerdote no había muerto de un disparo. Su ofrenda fue aceptada ( Éxodo 28:31-35). El sumo sacerdote llevaba en la cabeza un turbante, en cuya parte delantera había una placa de oro grabada con las palabras «Santo para el Señor», lo que declaraba a todos que la santidad era esencial para todas las partes del culto israelita (Éxodo 28: 36-38).

Las otras vestimentas de los sacerdotes

El resto de las vestimentas del sumo sacerdote (es decir, las que se llevaban bajo el manto azul) eran las mismas que las de los sacerdotes ordinarios, es decir, una prenda de lino blanco de manga larga y completa (GNB: camisa bordada), además de la ropa interior y otros accesorios (Éxodo 28: 39-43).

Varios rasgos de la vestimenta del sumo sacerdote le recordaban constantemente que no actuaba como individuo, sino como representante del pueblo. En primer lugar, estaban las piedras grabadas con los nombres de las doce tribus sobre sus hombros y su pectoral (Éxodo 28:12-21).

En segundo lugar, estaban los objetos conocidos como Urim y Tumim, con los que buscaba la voluntad de Dios al juzgar al pueblo (Éxodo 28:30). Y en tercer lugar, estaba la placa de oro en su turbante para simbolizar que llevaba su culpa ante el Dios santo, el único que podía perdonarlos (Éxodo 28:38).

Devocional:

Harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón. (Éxodo 28:1)

En el capítulo 28 del libro del Éxodo, encontramos las instrucciones de Dios para el oficio sacerdotal. Dios ordena a Moisés que aparte a Aarón y a sus cuatro hijos para que le sirvan como sacerdotes. Este texto es muy importante porque nos presenta un principio espiritual que se notará en toda la Escritura: ¡la vocación de servicio tiene su origen en Dios! Es él quien nos llama, nos prepara y nos envía a su obra.

En las instrucciones contenidas en el capítulo, Dios ordena a Moisés que llame y aparte a su hermano y sobrinos para la obra (vv.1). El Señor los llama por su nombre, lo que demuestra que la vocación es particular e incondicional. Esto debe inspirarnos ante la gran vocación que tenemos como cristianos. Dios nos ha llamado, nos ha salvado y nos ha dotado de un ministerio que cumplir en su reino. Vino de su corazón al nuestro. Siempre que las circunstancias nos induzcan a abandonar, recordemos que quien nos llamó y nos dio el poder es Dios. Y si fue Él, se encargará de guiarnos en su gracia hasta el final.

Oración:

Señor, que siempre recuerde porqué y para qué me has llamado, de forma que ante la batalla, cuando piense abandonar no olvide que nos has prometido en Tu inmensa gracia y amor, guiarnos hasta el final.