Biblia Devocional en 1 Año: Ester 9

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(Lee al final el estudio un devocional de  Ester 9.  Esperamos sea de bendición para ti.)

Resumen

En Ester 9, los enemigos de los judíos no están satisfechos con la suspensión del decreto de muerte. Así que, en la fecha en que debía cumplirse la orden, atacan al pueblo de Dios. Lo que no imaginaban es que serían brutalmente derrotados. Los judíos, con el permiso del rey, se defendieron a sí mismos y a sus familias.

Resúmen de versículos

9:1, 2 Los judíos se reunieron en todo el reino para echar mano o matar (Et 2.21) a sus enemigos. Los enemigos de los judíos no pudieron proceder al ataque porque estaban aterrorizados. Esto puede haber incluido el temor al Dios de los judíos.

9:3, 4 Además del temor a los judíos, también existía entre los líderes el temor a Mardoqueo, lo que hizo que ayudaran al pueblo judío. Es posible que lo hicieran para protegerse políticamente, en vista del poder y la popularidad que poseía Mardoqueo.

9:5, 6 La defensa de los judíos contra sus enemigos fue firme y segura. Mataron a quinientos hombres sólo en Susa.

9:7-10 El autor vuelve al conflicto con Amán al registrar la muerte de sus diez hijos. Los patrones de represalia y venganza estaban tan arraigados en la cultura del antiguo Oriente Próximo que si uno solo de estos hijos sobrevivía, la siguiente generación de judíos podía verse en apuros. Al enumerar a cada uno de los hijos derrotados de su enemigo moribundo, los judíos estaban celebrando una victoria integral.

9:11-14 Ester renovó su petición original de que se permitiera a los judíos protegerse contra los ataques. El rey accedió. También ordenó que los diez hijos de Amán fueran expuestos en la horca. Ya estaban muertos (v. 10). Sus cadáveres fueron expuestos como advertencia a cualquiera que planeara hacer daño a los judíos.

9:15, 16 En Deuteronomio 25:17-19, Moisés vinculó el reposo continuado de los enemigos de su pueblo con la orden de borrar la memoria de Amalec de debajo del cielo. En este capítulo, la bendición del descanso para el pueblo judío se asocia con la destrucción de sus enemigos (vv. 18, 22). Esta similitud con el Deuteronomio refuerza la teoría de que Amán era descendiente de los amalecitas. Este pueblo pudo haber sido bastante numeroso en la época del rey Asuero.

9:17-19 Estos versículos resumen los días de la liberación de los judíos. En Susa tuvieron dos días de lucha y luego descansaron y celebraron el decimoquinto día del mes adar (correspondiente a nuestro período de febrero a marzo -Et 3:7, 12). Los judíos del resto de las provincias persas lucharon durante un día y ayunaron el decimocuarto día del mes.

9:20-25 En vista de las diferencias cronológicas entre los judíos de Susa y los del resto del reino, Mardoqueo hizo saber al pueblo por cartas que debían guardar los días catorce y quince de adar como fiestas anuales. Estos versículos resumen las ocurrencias del libro.

9:25 El sujeto del verbo venir no está claro en el texto hebreo. Es posible que el sujeto sea alguna referencia a una mala intención. Si es así, la palabra esto tendrá sentido como sustituto de Ester.

9:26-32 Purim. Estos versículos explican el nombre de la fiesta de dos días. El nombre deriva de la palabra pur, que significa suerte: la suerte que se echó para determinar el día del exterminio del pueblo judío. Purim recuerda a los judíos cómo Dios les libró de su día de destrucción. La fiesta pasó a celebrarse como un festival anual.

Devocional:

Y fueron enviadas cartas a todos los judíos, a las ciento veintisiete provincias del rey Asuero, con palabras de paz y de verdad. (Ester 9:30)

El día trece del mes de adar, el reino de Asuero se vio sacudido por una sangrienta guerra civil. El edicto que concedía a los judíos la libertad de defenderse los llenó de valor y coraje. Bajo la constante presión de enemigos ocultos y declarados, alzaron sus espadas en defensa de sus vidas y de sus familias. En todas las provincias hubo oposición, pero también la defensa de quienes luchaban por el sustento de su pueblo.

Ayudados por la mano invisible del Señor, «estuvieron listos para defender sus vidas y se mantuvieron tranquilos frente a sus enemigos» (v. 16). Entre los muertos, sólo quedaron intactos los despojos, los bienes y los animales, pues simbolizaban la impiedad y la idolatría de sus verdugos. Y la inusual petición de Ester era, de hecho, una práctica del antiguo Oriente, que probablemente sirvió como clara advertencia sobre el resultado de la traición y como prueba de la legitimidad de los decretos promulgados con el sello real.

Tras un día de lucha encarnizada, amaneció un nuevo día: «un día de regocijo y de fiesta y un día de banquetes y de enviarse porciones de los banquetes unos a otros» (v.19). Los judíos iniciaron una costumbre «que no dejaría de celebrarse» (v.27); «estos días serían recordados y conmemorados generación tras generación, por todas las familias… estos días de Purim nunca dejarían de celebrarse entre los judíos» (v.28). Tras el trabajo, vino el descanso. Tras la tristeza, la alegría. Tras el luto, la celebración.

Ester y Mardoqueo, que se habían hecho «grandes en la casa del rey» y famosos «en todas las provincias» (v.4), «escribieron con toda autoridad» (v.29), cartas a los judíos confirmando los días de Purim, «con palabras amistosas y sinceras» (v.30), palabras que cerraban un capítulo de tristeza y comenzaban un capítulo de victoria..

Dios ha escrito «con toda autoridad» (v.29), el día y la hora de nuestra redención; el «Purim» que tanto anhelamos. Pero mientras esperamos, necesitamos vestirnos con la armadura de Dios, porque nuestra lucha no es contra las personas, sino «contra las fuerzas espirituales del mal» (Ef.6:12). No es una guerra civil, de unos contra otros, sino una guerra espiritual que requiere confiar en el único que tiene el poder para ganarla: Jesucristo. Con palabras amistosas, y con letras que no pueden ser revocadas, nuestro Salvador nos prometió: «Y he aquí que vengo pronto, y conmigo está la recompensa que pagaré a cada uno según sus obras» (Ap.22:12). ¡Velemos y oremos!

¡Feliz Lunes, pacientes y luchadores en El Señor!

Oración:

Señor, fortaléceme en la guerra espiritual que hoy libramos, no solo contra las trampas del enemigo, sino también contra los llamados del mundo al individualismo, al egoísmo, a la contienda y no a la reconciliación, al perdón o a la comunión entre hermanos. Dame el discernimiento y la sabiduría, para saber como responder en cada momento de esta batalla, de forma que todo aquello que haga, sea siempre, fruto de honra y de gloria para Ti, Señor. En El Nombre de Jesús, Amén.