2 Corintios 5
2 Corintios 5 nos recuerda que nuestra verdadera esperanza está en la eternidad con Dios y que nuestra vida en la tierra debe ser vivida por fe y con propósito. También nos llama a abrazar nuestra identidad como embajadores de Cristo, llevando el mensaje de reconciliación y salvación al mundo. Cristo tomó nuestro pecado para darnos su justicia, y esa verdad debe transformar la forma en que vivimos y compartimos el evangelio.
Nuestra Morada Celestial (2 Corintios 5:1-10)
Pablo compara nuestro cuerpo terrenal con una tienda temporal, mientras que nuestro verdadero hogar es un edificio eterno en los cielos. Expresa su anhelo de ser revestido con la inmortalidad, sabiendo que Dios nos ha dado el Espíritu Santo como garantía de esta promesa.
Asegura que mientras estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor, pero caminamos por fe y no por vista. Por lo tanto, ya sea en vida o en muerte, nuestro objetivo es agradar a Dios, porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, donde seremos recompensados según nuestras obras.
El Ministerio de la Reconciliación (2 Corintios 5:11-21)
Pablo habla de su compromiso con el evangelio, motivado por el temor del Señor y el amor de Cristo. Explica que Cristo murió por todos para que vivamos no para nosotros mismos, sino para Él.
Asegura que si alguien está en Cristo, es una nueva criatura; lo viejo pasó, y ha llegado lo nuevo. Dios nos ha reconciliado consigo mismo a través de Cristo y nos ha dado el ministerio de la reconciliación: somos embajadores de Cristo, llamados a proclamar que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo.
Concluye con una declaración poderosa: Cristo, que no conoció pecado, fue hecho pecado por nosotros, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en Él.
Versículo clave de 2 Corintios 5:
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» 2 Corintios 5:17
Este versículo es una declaración poderosa sobre la transformación que ocurre en la vida de una persona cuando entrega su vida a Cristo. No se trata solo de un cambio externo o de modificar hábitos, sino de una renovación completa desde el interior. Dios no solo perdona el pasado, sino que nos da una nueva identidad en Cristo, liberándonos del poder del pecado y dándonos un propósito nuevo.
Este pasaje nos recuerda que nuestra antigua vida ya no nos define. En Cristo, somos nuevas criaturas con un destino diferente, llamados a vivir conforme a Su voluntad y a reflejar Su amor y gracia.
Oración:
Señor, gracias porque en Ti soy una nueva criatura. Ayúdame a vivir conforme a mi nueva identidad en Cristo, dejando atrás lo que no te agrada y abrazando la vida abundante que tienes para mí. Que cada día pueda yo, mostrar tu amor y caminar en tu propósito, para ser ejemplo de Tu obra de transformación para todos mis hermanos. En el nombre de Jesús, Amén.