Biblia Devocional en 1 Año: 1 Cronicas 4

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(Lee al final el estudio un devocional de 1 Cronicas 4. Esperamos sea de bendición para ti.)

Resumen

El sentido de 1 Crónicas 4 vuelve a relacionar la descendencia de Judá y sus ramas. Es decir, el escritor termina la sección con una recopilación de diversas ramas del árbol genealógico de Judá. Así comienza describiendo a sus descendientes.

Resúmen de versículos

1 Crónicas 4
4.1-3 Aunque la genealogía desde Judá hasta David ya ha sido registrada (1 Crón 2.3-17), el cronista, en este contexto, se refiere a personas y acontecimientos relacionados con esa genealogía. En la lista de este pasaje, sólo Pérez es hijo de Judá. Hezrón es su nieto; Carmi, su sobrino (1 Crón 2.5,6); Hur, nieto de Hezrón (1 Crón 2.18,19); y Sobal, nieto de Hur (1 Crón 2.50).

4.4-8 Se identifica a Efrata como la esposa del primer Caleb (1 Cr. 2:19) y la madre de Hur. Era, por tanto, la «bisabuela» de Belén, ya que su hijo, Hur, era el «abuelo» (1 Cr. 2:50,51). En otros pasajes, los nombres Belén y Efrata están estrechamente relacionados. Cuando Jacob se dirigía a Mambré, su mujer, Raquel, murió cerca de Efrata, también identificada como Belén (Gn 35.19). En Rut 4.11, Efrata y la ciudad de Belén son sinónimos. En Miqueas 5:2 se predice el lugar de nacimiento del Mesías: Belén Efrata.

4.9-12 Dado que Jabes se menciona en el contexto de la genealogía de Judá, probablemente formaba parte de esta tribu; sin embargo, se desconoce la conexión que tenía con ella. Jabes también puede referirse al hombre que fundó el lugar del mismo nombre, que, en 1 Crónicas 2.55, se considera el hogar de familias de escribas. En este pasaje se le honra por su deseo de extender el territorio que Dios le había dado (1 Cr. 4-10). Aún más noble era su deseo de no causar dolor a los demás, aunque su nombre tenía el siguiente significado: causará dolor. Aunque su nacimiento causó dolor a su madre, la vida de Jabes fue una fuente de bendiciones para los demás, pues Dios le concedió lo que había pedido (v. 10).

4.13 Otoniel, el primero de los jueces de Israel (Jos. 15:17; Jue. 1:13; 3:9), era yerno del segundo Caleb, amigo y colega de Josué.

4.14, 15 Kenaz era el nombre del padre de Otoniel (1 Cr 4.13) y hermano de Caleb (Jos 15.17), así como nieto de Caleb. Otoniel se había casado con su prima hermana, una práctica común en el Antiguo Testamento (como Abraham y Sara en Génesis 11.29), que no estaba prohibida por la Ley de Moisés.

4.16-18 En este notable pasaje, el cronista identifica a la esposa de Mered, hijo de Esdras (1 Cr. 4.17), como Bitía, hija del faraón. Sin embargo, es imposible precisar quién era este rey de Egipto o cómo se hizo posible este matrimonio.

4.19-21 El hecho de que Selá bautizara a su hijo con el nombre de Er indica que siguió la costumbre de criar a un hijo con el nombre de un hermano fallecido. Er, el hijo de Judá, había muerto a consecuencia de algún pecado, pero no había dejado ningún hijo a través de su esposa Tamar (Gn 38.6-11). Su hermano, Onán, se negó a honrar esta costumbre en nombre de Er. Tamar sedujo entonces a Judá, su suegro, y así dio a luz a los gemelos Pérez y Zéraj (Gn 38.27-30). Al parecer, Selá, el tercer hijo de Judá, honró a su hermano mayor acogiendo a la viuda, Tamar, como esposa, así como a un hijo, en nombre de Er.

4.22 El cronista deja claro en este pasaje que su documentación se basaba en textos antiguos. Incluso en la época del propio autor, había escépticos que cuestionaban la exactitud de las genealogías.

4.23, 24 La genealogía de Simeón es la siguiente, pues los simeonitas no eran muy numerosos (1 Cr. 4.27) y no tenían tierras a su nombre (Jos. 19.1-9). Se establecieron en el territorio de Judá, y su genealogía enlaza con la suya.

4.25-38 Como la tribu de Simeón era pequeña y se había asentado en el territorio de Judá, la tribu perdió su identidad y fue considerada parte de Judá cuando David se convirtió en rey.

4.39-41 El cronista describe cómo vivían los simeonitas como pastores de ovejas en Gedor. Se trataba de una zona vecina de Egipto, posiblemente la misma que Gerar (Gn 26.17-20). Los de Cam, que eran egipcios, habían vivido una vez allí (1 Cr. 4:40), pero fueron reemplazados por los meunitas. Los simeonitas expulsaron a este pueblo en tiempos de Ezequías.

4.42, 43 Los simeonitas persiguieron a los amalecitas hasta el monte Seir (o Edom). Hasta el día de hoy. Es decir: hasta el día en que se escribió el primer libro de las Crónicas. Los simeonitas habían habitado Edom desde la época de Ezequías.

Devocional:

Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. (1 Crónicas 4:9)

Aunque el capítulo cuarto trae también la genealogía de la tribu de Simeón, permítanme que me detenga en la continuación de la descendencia de Judá, que hoy nos trae una gran reflexión. En esta tribu aparece un descendiente intrigante: Jabes. Observe que los versículos nueve y diez parecen ser una pausa en la genealogía. Hemos leído más de doscientos nombres hasta ahora, y la Biblia encaja en medio de tantos nombres, un nombre que no sabemos de dónde vino ni a dónde fue. La biografía presentada en sólo dos versículos aporta dos realidades. El nacimiento de Jabes causó mucho dolor a su madre, de ahí su nombre, que significa «dolor, sufrimiento». Su nombre le condujo a un destino poco atractivo, pero su actitud cambió su suerte. Jabes rezó una oración corta, sencilla pero completa. Merece la pena volver a leerlo: «Oh, que me bendigas y ensanches mis fronteras, que tu mano esté conmigo y me preserve del mal, para que no me sobrevenga ninguna aflicción» (v. 10).

Jabes «invocó al Dios de Israel» (v. 10) con integridad de corazón. Pero leamos de nuevo lo que dice de él el versículo nueve: «Jabes era más distinguido que sus hermanos». Vaya, qué interesante. Ilustre significa «alguien que brilla con luz propia», que posee cualidades nobles y loables. Definitivamente destacó por ser lo que Jesucristo nos motivó a ser: «Vosotros sois la luz del mundo» (Mateo 5:14). ¿Para qué? ¿Para que seamos mejores que los demás? No, amados, para que seamos como Jabes, ilustres, luz resplandeciente ante todos, «para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:16).
Jabes no rezó una oración motivado por deseos egoístas, sino para poder seguir siendo una luz que irradia, que comparte con el mundo la gloria de Dios. Por eso «Dios le concedió lo que había pedido» (v. 10).

No sabemos de qué manera se atendieron estas peticiones. Este es el único registro bíblico sobre Jabes, aparte del que dice que Jabes era una ciudad de Judá (1 Crónicas 2:55). Pero si las Escrituras dicen que se le respondió, es seguramente porque no pidió nada que Dios no hubiera soñado ya para él.

Tenemos que dejar de pedir tanto y actuar más. La escritora estadounidense Ellen G. White dice que «la oración es el aliento del alma». Exactamente eso. Ahora bien, es Dios quien nos da el aliento de vida, pero para respirar necesitamos poner de nuestra parte al inspirar y espirar. Si nos negamos a hacerlo, moriremos. Lo mismo ocurre con la oración. El poder no está en el que reza, sino en Dios que nos escucha. Pero, ¿tiene sentido hacer peticiones a alguien que no conocemos? ¡Jabes irradiaba luz porque siempre estaba conectado a la Fuente! ¡Su vida compartía la actitud de un hijo del Reino! Necesitamos inspirar a Dios para poder exhalar a Dios.

Jabes invocó al SEÑOR para hacerle peticiones porque antes había construido una hermosa amistad con Él. Fue una gran alegría para Jabes ser fiel a Dios porque confiaba en Su fidelidad. Honró a Dios con su vida; su vida fue un honor para el nombre de Dios ante los hombres; y Dios le honró. Debemos adoptar la misma actitud que este hombre que no sabemos en qué hogar nació, pero sí sabemos que ¡el Hogar le espera!

Su vida puede estar atormentada por viejos registros (v. 22), pero he aquí que Dios promete borrarlos y cambiarlos por el «registro genealógico» (v. 33) del Cielo.

Sepa que «el que aparta su oído para no oír la ley, su oración será abominable» (Proverbios 28:9).
¿Comprende que la oración debe ir acompañada de actitud?

Una actitud de hacer la voluntad de Dios por encima de la nuestra. Una actitud de representar fielmente que somos hijos del SEÑOR. Entonces seremos príncipes y princesas en nuestras familias. Dios hará brillar su luz sobre nosotros y seremos sus faros que mostrarán al mundo el camino hacia verdes praderas, hacia una tierra espaciosa, pacífica y tranquila (v. 40).

¡Buenos días, queridos hijos de Dios!

Oración:

Señor concédeme la humildad de poner el servirte y seguir Tus caminos, por encima de todo en mi vida. Muchas veces me distraigo con las cosas del mundo, y olvido que no hay nada mayor que peseverar en Tus cosas y avanzar en el cumplimento de Tu Santa Palabra, Por ello te pido la determinación para no desmayar en este camino en el que acompañado de Ti, solo llegaré a la victoria de gozar de Tus promesas eternas. En El Nombre de Jesús, Amén.