Y la amó el rey más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes; y le puso la corona real en su cabeza. Ester 2:17
El libro de Ester está lleno de intriga, aventura y peligro. Su vida, tan ordinaria al principio, se volvió extraordinaria cuando terminó coronada como reina de Persia. En su historia vemos claramente la mano soberana del Señor obrando. Pero ¿puedes imaginar lo confundida y desconcertada que debió sentirse Ester mientras todo ocurría?
Nosotros también podemos sentir esa misma perplejidad al vivir cada día sin saber qué traerá el futuro. A veces es más fácil reconocer el llamado de Dios en la vida de otros que en la nuestra. Sus planes y propósitos avanzan con una progresión perfecta, pero desde nuestra perspectiva terrenal pueden parecer caóticos e incomprensibles.
La historia de Ester nos anima a confiar en la voluntad y los propósitos de Dios, sin importar lo que suceda. Todo creyente tiene un llamado del Señor (2 Tesalonicenses 1:11-12). Él guía continuamente a cada uno de Sus hijos en la obra que ha preparado específicamente para su vida.
El llamado de Dios incluye no solo lo que hacemos, sino también quiénes somos. Cada experiencia es una herramienta que Él utiliza para moldearnos, equiparnos y afinarnos para convertirnos en la persona que Él quiere que seamos.
Comienza a buscar la mano del Señor en tu vida. Él siempre está allí, dirigiendo y obrando.
Padre, ayúdame a confiar en tu llamado incluso cuando no entiendo lo que estás haciendo. Abre mis ojos para ver tu mano guiándome en cada paso. Usa cada experiencia para formar mi carácter y fortalecer mi fe. Que mi vida refleje tu propósito y tu bondad. Guíame para caminar con seguridad en el plan que has diseñado para mí. En El Nombre de Jesús, Amén.