Versículo:
Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. E informado por el centurión, dio el cuerpo a José, el cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. Marcos 15:44-46
Comentario:
Después de la crucifixión, un líder judío adinerado llamado José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo de Jesús (Marcos 15:43). José entendía el riesgo que implicaba solicitar a Roma el permiso para sepultar a un criminal condenado por traición; también sabía que su reputación y posición dentro de la comunidad religiosa quedarían en entredicho. ¿Por qué tuvo el valor de presentarse cuando los amigos más cercanos del Señor retrocedieron por miedo? La razón es que José había estado viviendo con expectativa, atento a la obra de Dios.
El sacrificio de Cristo lo cambia todo—afecta tanto nuestro destino eterno como nuestra vida diaria, permitiéndonos vivir con esperanza y anticipación. Sin embargo, a veces no reconocemos la presencia de Dios y fallamos en vivir con esa expectativa en el “ya pero todavía no”.
Considera a Pedro, Juan y las mujeres que vieron la tumba vacía. Aunque Jesús les había dicho qué esperar, ellos no anticiparon Su muerte. Su sorpresa e incredulidad revelan claramente lo que pensaban que iba a suceder. Como ellos, debemos recordar que donde Jesús aparece, cómo piensa y lo que dice puede no ser siempre lo que imaginamos.
Sin el sacrificio de Cristo, no habría esperanza. Y aunque no siempre es fácil vivir expectantes en medio de las realidades presentes y futuras, es la mejor manera de vivir la vida cristiana.
Oración:
Señor, gracias por tu sacrificio que me da esperanza y vida eterna. Enséñame a vivir cada día con expectativa, atento a tu voz y a tu obra en mi vida. Abre mis ojos para reconocer tu presencia, incluso cuando tus caminos superen mis expectativas. Fortalece mi fe y haz que mi corazón confíe plenamente en tu plan perfecto y en tu amor inagotable. En El Nombre de Jesús, Amén.