01 de Abril: Cuando nos sentimos olvidados

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(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)

Palabra:

Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó. (Génesis 40:23)

Tras ser olvidado por el copero, José luchó contra la tentación de impacientarse y ponerse de mal humor. Al ver esto, el Diablo atacó a José con más flechas de fuego. El propio Cristo sintió esas flechas cuando el Maligno le tentó: «Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.» (Mat. 4:3). De la misma manera, el Maligno puede haberle dicho a José: «Sigue adelante y continúa tu miserable lucha. Sabes que tus oraciones son inútiles. Clamas a Dios y crees en él, pero todo para nada. Esperabas que Dios te librara y te devolviera el honor porque interpretaste el sueño del copero mayor. Pues que Dios te salve si le apetece». El Maligno siguió atormentando a José con sus flechas de fuego, incluso cuando José ya estaba débil y magullado.

Cuando las personas fieles son felices y cuando cantan: «El Señor es mi fortaleza y mi cántico» (Sal. 118:14), el Maligno se aleja de ellas. Todos los murmullos y la impaciencia cesan pronto. Cuando los cristianos alaban y agradecen a Dios, la tentación, el dolor y la incredulidad desaparecen. El cielo se abre de par en par y el infierno se cierra con palabras como estas: Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. (Salmos. 34:1). Pero en cuanto dejamos de alabar a Dios, vuelven los pensamientos miserables, tristes y solitarios.

Por ello, que nuestra alabanza sea constante, que nuestro servicio al Señor sea fiel y comprometido y tengamos siempre presente que Él es nuestra fortaleza. Así no habra fuerza, ni situación que pueda derrumbarnos.

Oración:

Señor, que mi corazón y mi espíritu se mantengan fieles en la tarea de confiar en Ti, seguirte y servirte con fidelidad y disciplina, de forma que el enemigo sea derrotado y brillen siempre Tu luz, Tu amor y Tus bendiciones en mi vida. Amén

Estudio Bíblico Contextual del Devocional de Hoy:
Capítulo: Génesis 40

En Génesis 40, José tiene como compañeros de prisión a un copero y a un panadero, que habían servido al Faraón. Tuvieron un sueño y estaban bastante preocupados.

José se dio cuenta y les preguntó qué había pasado, ellos dijeron que era por sus sueños, y que nadie podía interpretarlos.

Así que el hijo de Jacob pidió escuchar, porque la interpretación está con Dios (v.8).

Tras escuchar los sueños, José le dio la interpretación. En tres días el copero del rey volvería a servir ante el faraón y el panadero sería ahorcado.

José también le pidió al copero que intercediera por él cuando estuviera de nuevo ante el Faraón, pero como todo lo que José preveía se iba a cumplir, el copero se olvidó de él (v. 23).

La ingratitud u olvido de la gente no debe desanimarnos ni crear raíces de amargura en nuestro corazón. Como José, tenemos que seguir adelante y confiar en que el Señor tiene lo mejor para nuestras vidas y que, en el momento adecuado, todo se cumplirá.

Esbozo de Génesis 40:

40.1 – 4: José administra la prisión

40.5 – 15: José interpreta el sueño del copero del faraón

40.16 – 19: José interpreta el sueño del panadero del faraón

40.20 – 23: El cumplimiento de las profecías por parte de José

Comentario Bíblico:
Génesis 40:23

La interpretación que José dio a los sueños sucedió en el día fijado. En el cumpleaños del faraón todos sus siervos le atendían y entonces fueron revisados los casos de los dos. Todos podemos fijarnos en nuestro cumpleaños provechosamente, con gratitud por las misericordias de nuestro nacimiento, tristeza por el pecado de nuestra vida y con la expectativa de que el día de nuestra muerte, sea mejor que el día de nuestro nacimiento. Pero parece raro que la gente mundana, tan aficionada a vivir aquí, deba regocijarse al final de cada año de su corta expectativa de vida. El cristiano tiene razón para alegrarse por haber nacido, de irse acercando al final de su pecado y pesar, y a su eterna felicidad. El jefe de los coperos no se acordó de José, sino que lo olvidó. José hubiera merecido algo mejor de él pero lo olvidó. No debemos pensar que es raro si en este mundo nos devuelven odio por nuestro amor y dardos por nuestra bondad. Véase cuán dados a olvidarse de los demás que están en problemas son los que ahora están bien. José aprendió, por su desengaño, a confiar únicamente en Dios. Nosotros nunca podemos esperar demasiado poco del hombre ni demasiado de Dios. No olvidemos los sufrimientos, las promesas y el amor de nuestro Redentor. Culpamos la ingratitud del copero jefe para con José pero nosotros mismos actuamos mucho más ingratamente para con el Señor Jesús. José apenas había anunciado el ascenso del jefe de los coperos pero Cristo produjo el nuestro; Él intercedió con el Rey de reyes por nosotros, pero nosotros lo olvidamos, aunque a menudo se nos hace recordarlo y a pesar de haber prometido no olvidarle nunca. Así de mal le pagamos, como gente necia e imprudente.