13 de Marzo: La virtud de la paciencia

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(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)

Palabra:

Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová. (Salmo 27:14)

La paciencia es una de las virtudes más difíciles de entender. Oramos a un Dios omnipotente. Sabemos que él es capaz de ayudarnos en cualquier momento. Sabemos que él, que se define a sí mismo como «amor» y que dio a su Hijo por nosotros, no se resiste a ayudarnos. Así que cuando le pedimos a ese Dios que intervenga en nuestras circunstancias, ¿por qué hay frecuentemente tanto atraso?

En ninguna parte de la Biblia Dios nos promete respuestas instantáneas a nuestras oraciones. Sus promesas de responder a la oración son asombrosas y tranquilizadoras, pero ninguna de ellas tiene un calendario. Él solo nos asegura que nunca se tarda demasiado, pero en nuestra impaciencia, no queremos una respuesta que simplemente «no sea demasiado tarde». Queremos una respuesta ya. Tenemos necesidades, y no entendemos por qué esas necesidades tienen que prolongarse.

Sin embargo, Dios tiene sus razones. Tal vez nuestras necesidades se prolongan porque logran algo en nosotros que nada más lo hará. Tal vez están siendo prolongadas porque Dios está realizando un trabajo necesario en la vida de alguien más que está involucrado en nuestra situación. Tal vez nos está enseñando sobre la oración o perfeccionando nuestra fe. Tal vez incluso nos está permitiendo identificarnos con Jesús en el compañerismo de sus sufrimientos. Después de todo, su propósito principal es formarnos a la imagen de Cristo. ¿Cómo podemos ser formados si no nos identificamos con él en su dolor?

A veces Dios nos deja claro que nuestra respuesta se ha atrasado porque la tardanza avanzará su obra en nuestro propio corazón o en otra área. A veces no nos da una razón en absoluto. La respuesta sabia del cristiano, en cualquier caso, es saber que si esperamos en Dios, tiene que haber una muy buena razón. Y si esperamos con fe y expectativa, la espera será ampliamente recompensada. Su tiempo siempre es perfecto.

Oración:

Señor, enséñame la virtud de la paciencia, concédeme el don de saber esperar reconociendo que en ese tiempo de continuo aguardar, estás trabajando en mi corazón, en mi mente, en mi espíritu o en cualquier otra área de mi vida donde deseas que me fortalezca para glorificarte en mayor manera y ser obediente a Tu voluntad. Amén

Estudio Bíblico Contextual del Devocional de Hoy:

Ante las amenazas de sus enemigos, David demostró una confianza inquebrantable en el Señor. No se identifica la circunstancia de la composición del Salmo 27, pero evidentemente el segundo rey de Israel había sido liberado de varias amenazas y aún se enfrentaba a la posibilidad de otras. Sus experiencias fueron suficientes para crear en David una confianza plena en Dios.

David comienza el salmo con una triple declaración de quién es el Señor para él: su luz, su salvación y la fortaleza de su vida (versículo 1). Esta confianza en que Dios guía, salva y protege deja al salmista sin motivos para temer a sus enemigos. Sus adversarios caen y él permanece (versículos 2 y 3).

David revela sus deseos más íntimos cuando habla de su relación con Dios. El enfoque de su vida está bien descrito en las palabras del versículo 4: «Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.»

La construcción del templo de Jerusalén tuvo lugar después de la muerte de David, un hecho que nos ayuda a entender el énfasis espiritual de su petición. La casa o templo del Señor era mucho más que un edificio hecho por el hombre. David deseaba la comunión constante con Dios, la relación espiritual representada durante algunos siglos por el templo construido por Salomón. El lenguaje de David prefigura la enseñanza de Jesús, pues el Señor desvió la atención del lugar físico y se centró en la relación espiritual. Respondiendo a una pregunta sobre la importancia del templo de Jerusalén, Jesús dijo que ese lugar perdería su importancia porque todos deben adorar a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:19-24). La verdadera morada de Dios no es un edificio hecho de piedras, sino el corazón del seguidor fiel: «Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él'» (Juan 14:23).

El tabernáculo de Dios sería el refugio, el lugar seguro, que permitiría la tranquilidad en la vida de David a pesar de las amenazas de sus enemigos (versículos 5 y 6). Es la misma confianza que Pablo enseñó a los cristianos: «¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?» Pero el santuario no era sólo un lugar de refugio, de beneficio para David, sino un entorno de adoración al Señor.

David aplicó en su propia vida la instrucción general que Dios da a los hombres. El mensaje que escuchó de Dios fue en plural: «Buscad mi presencia», pero David entendió la aplicación particular: «Tu rostro buscaré, oh Jehová;» (versículo 8). Cuando escuchamos la enseñanza de la palabra de Dios, siempre debemos pensar primero en la aplicación a nuestra propia vida.

Sabiendo que su predecesor fue rechazado por Dios a causa de su desobediencia (1 Samuel 15:23), David era consciente del riesgo de extraviarse y perder su comunión con Dios: «No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; Mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.» (versículo 9). David comprendió que Dios era más confiable y fiel que sus propios padres, pero no olvidó la importancia de su propia fidelidad para continuar en la protección divina (versículos 10 a 12).

David cierra este himno con una afirmación y una dirección. Declara su fe en la salvación que Dios ofrece: «Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová En la tierra de los vivientes.» (versículo 13). Sobre todo, el salmista quiere que sus lectores, otros siervos de Dios que entonen este himno de alabanza, tengan la misma confianza: «Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.» (versículo 14). Cuando nos sentimos vulnerables, ansiosos y desesperados, debemos recordar las palabras de David. Pablo subrayó el mismo principio y ofreció la misma confianza cuando escribió a los cristianos de Filipos: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.» (Filipenses 4:6-7). ¡Que mostremos la fidelidad y la fe de David!