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Cuando luchas tus batallas sobre tus rodillas y le obedeces fielmente, invitas a Dios a ser tu Redentor, Defensor, General y Protector. Esa no es solo la mejor manera de ganar, es el único camino para triunfar siempre.

Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti, Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia, Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios. (Proverbios 2:1-7)

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos;Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno. (Salmos 139:23-24)

Al principio no entendía el porqué. Cada día ese silencio se hacia más agudo y se me hacía más difícil comprender el porque de las cosas, ¿porque Dios callaba? Volvía a pedir lo que necesitaba y luchaba por ello, pero, no recibía respuesta alguna. Pronto Dios me enseño que ese silencio, eran sus manos obrando.

Los salmos son en si mismos poderosos y maravillosos escritos de consuelo. Hablan de Dios como el Protector de aquellos que confían en Dios.

Escucha o lee este salmo antes de dormir: En paz me acostare y asimismo dormiré por que solo tu Señor me haces vivir confiado. (Salmos 4:8)

Porque sólo un instante dura su enojo, pero toda una vida su bondad. Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá gritos de alegría. (Salmos 30:5)

Ningún problema es mayor al poder de Dios. Ninguna carga es tan pesada, cuando Sus manos nos sostienen. Ningún camino es tan escabroso, cuando sus pasos guían los nuestros. Dios siempre puede más.

Tal vez pienses que algo te falta en tus oraciones para que sean efectivas y Dios te de respuesta. Tal vez te hagas la pregunta ¿Por qué no veo respuesta?

No temas al futuro incierto, no desgastes tus pensamientos, ni hieras tu corazón quedándote en los errores del pasado. Vive el presente confiado de la mano de Dios, un paso a la vez. Es tiempo de aprender a descansar nuestras cargas en El Señor.