Versículo:
Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre. Salmos 34:1-3
Comentario:
Glorificar al Señor no se limita a adorarlo dentro de la iglesia. De hecho, la alabanza debería impregnar cada aspecto de nuestra vida (Salmo 34:1).
Una manera evidente de alabar al Señor es con nuestra voz. Podemos hablar o cantar adoración. Los salmistas expresaron su amor y devoción a través de palabras y melodías. La verdadera adoración fluye de los corazones y bocas de los creyentes que se enfocan en los atributos de Dios, deseando honrarlo por quién es, por lo que ha hecho y por lo que ha prometido (Salmos 29:1-2; 145:3).
Dios también es alabado cuando le servimos. Fuimos creados para glorificar Su nombre, y nada debería limitar nuestra disposición a trabajar para nuestro Rey, especialmente cuando tenemos la oportunidad de compartir Su mensaje con otros. Cristo es honrado cuando Sus seguidores hablan con valentía acerca de Su gracia y Su obra. El testimonio de los creyentes es una poderosa forma de adoración que exalta Su nombre.
Jesucristo vale más que cualquier tesoro que el mundo pueda ofrecer. Amarle y comprender lo que Él ha hecho por nosotros debería ser toda la motivación necesaria para alabarle con nuestra vida. No debemos conformarnos solo con cantar; debemos servir en Su reino y proclamar el evangelio. Que nuestras vidas se unan al coro eterno de adoración que resuena en el trono de Dios.
Oración:
Señor, te alabo por Tu bondad, Tu fidelidad y Tu amor eterno. Que cada palabra y acción de mi vida refleje Tu gloria. Enséñame a adorarte no solo con mis labios, sino también con mi servicio y testimonio. Que mi vida sea una canción constante de gratitud y alabanza que atraiga a otros hacia Ti. En El Nombre de Jesús, Amén.