Versículo diario comentado: Isaías 57:14-15

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Versículo:

Y dirá: Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo. Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. Isaías 57:14-15

Comentario:

Una de las disciplinas más importantes en la vida del creyente es la oración. A través de ella entramos en una comunión profunda y preciosa con Dios. No se trata solo de pedir cosas, sino de conversar con nuestro Padre celestial, escuchar Su voz y abrirle nuestro corazón.

Cuando oramos, estamos expresando confianza en que Él nos escucha y responderá conforme a Su perfecta voluntad. En ese proceso aprendemos a esperar, a depender y a rendirnos a Su dirección. Orar es un acto de adoración, una manera de honrar a Dios con nuestra vida.

La oración también reconoce quién es Él. Cuando nos dirigimos a nuestro Padre, estamos afirmando Su grandeza y santidad: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu” (Isaías 57:15). Solo Dios merece toda gloria, y lo honramos cuando oramos “sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17), manteniendo una actitud constante de dependencia y adoración.

Dios no busca oraciones vacías ni mecánicas; desea corazones sinceros, humildes y contritos. Él promete morar con quienes reconocen su necesidad de Él y se acercan con reverencia.

El Padre celestial anhela una relación íntima con Sus hijos. El tiempo que pasamos en oración es la clave para fortalecer esa comunión. En cada conversación con Él encontramos consuelo, dirección, fortaleza y amor.

Reflexión:

¿Tu oración refleja un corazón humilde y rendido ante Dios? Hoy, toma un momento para hablar con Él, no solo para pedir, sino para escuchar.

Oración:

Señor, gracias por invitarme a estar en Tu presencia. Enséñame a orar con humildad y sinceridad, buscando no solo Tus bendiciones, sino Tu corazón. Habla a mi espíritu y ayúdame a permanecer en comunión contigo cada día. En El Nombre de Jesús, Amén.