Versículo diario comentado: Hechos 2:3-4

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Versículo:

Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Hechos 2:3-4

Comentario:

Algunas personas piensan que la primera aparición del Espíritu Santo ocurrió en Pentecostés. Sin embargo, ya se le menciona en el relato de la creación (Génesis 1:2) y aparece repetidamente a lo largo del Antiguo Testamento y de los evangelios. En el pasaje de hoy, el Espíritu irrumpe en el aposento alto con una misión renovada.

En el Antiguo Testamento, el Espíritu Santo capacitaba a personas para tareas específicas. Por ejemplo, la sabiduría y la habilidad artesanal que Dios concedió a Bezaleel lo convirtieron en el arquitecto principal del tabernáculo (Éxodo 31:1-5). También vemos al Espíritu reposar sobre líderes que necesitaban ayuda para gobernar (Números 11:16-17), sobre guerreros que enfrentaban desafíos abrumadores (Jueces 6:34) y sobre hombres llamados a proclamar la Palabra de Dios (Ezequiel 2:1-4).

Jesús anticipó que la relación del Espíritu con los creyentes sería distinta. Les dijo a sus discípulos: «…porque mora con vosotros, y estará en vosotros» (Juan 14:17, RVR1960). El Espíritu había caminado junto a ellos durante el ministerio terrenal de Cristo, pero tras la ascensión vendría a habitar en su interior.

Desde Pentecostés, cada creyente ha recibido al Espíritu Santo. Si Jesús es la vid y nosotros los pámpanos, entonces el Espíritu es la savia que nos da vida y nos capacita. Ya no viene por temporadas, sino que permanece para siempre. Él nos sella en Cristo como garantía de que estamos eternamente en la presencia de Dios (Efesios 1:13-14).

Oración:

Espíritu Santo, gracias por habitar en mí y capacitarme cada día. Te entrego mis pensamientos, mis planes y mis fuerzas para que obres en mí según la voluntad del Padre. Hazme sensible a tu guía, fortaléceme en mis debilidades y renueva mi corazón para vivir de manera que honre a Cristo. Que tu presencia en mí sea evidente en mis palabras, decisiones y acciones. Permanece conmigo y transforma mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.