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Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo. Colosenses 4:2-3
Comentario:
La oración debe ser una prioridad para todo aquel que quiera ser usado poderosamente por Dios. Jesús frecuentemente se apartaba para pasar momentos tranquilos con Su Padre (Mateo 14:22-23). Si Él necesitaba tiempo de oración, ¡cuánto más nosotros! Ayer vimos que quienes “van solos” terminan agotados por llevar cargas innecesarias.
Llevar ese peso adicional produce otros resultados serios. Cuando estamos drenados espiritual, emocional o físicamente, somos más susceptibles al desánimo. Sin tiempo de oración y estudio, los creyentes entran en un ciclo donde los problemas parecen cada vez mayores a medida que las soluciones humanas fracasan. En tales condiciones, sentirse desalentado es inevitable.
La pérdida de confianza pronto es seguida por la duda. Quien cuestiona la fidelidad de Dios buscará refugio en cualquier cosa excepto en la oración y la Escritura. Pero el creyente que se sumerge en ellas encontrará seguridad en el poder y la presencia del Señor.
Abandonar la oración conduce a resultados negativos. Pero esto puede revertirse en cualquier momento: confiesa tu falta de oración y prioriza un tiempo diario y silencioso con Dios. Él te espera con los brazos abiertos, listo para hacer ligeras tus cargas (Mateo 11:28-30), darte aliento y llenar tu corazón de confianza.
Oración:
Señor, enséñame a buscarte cada día con un corazón sincero y sediento de Tu presencia. Quita de mí toda distracción que me aleje de la oración y renueva mis fuerzas mientras descanso en Ti. Aumenta mi confianza en Tu fidelidad y ayúdame a entregar mis cargas en Tus manos. Que mi vida sea guiada por Tu voz y fortalecida por Tu amor. En El Nombre de Jesús, Amén.
