Versículo:
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. 2 Corintios 5:6–8
Comentario:
A menudo escuchamos la palabra fe, pero su uso frecuente puede hacer que olvidemos la profundidad de su significado. Así que hoy, reflexionemos sobre lo que realmente implica tener fe.
Todos tenemos fe en algo. Por ejemplo, confiamos en que una silla sostendrá nuestro peso antes de sentarnos. Sin embargo, la fe bíblica va mucho más allá de esa confianza cotidiana. Tener fe en Dios significa depender completamente de Él, rendirle nuestra vida y confiar en Su carácter, aun cuando no podamos ver el resultado.
En Hebreos 11:1 leemos que la fe “es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Y en Hebreos 11:6, se nos recuerda que “sin fe es imposible agradar a Dios.” Esto significa que no hay nada que podamos hacer para ganar el favor de Dios por nuestras propias fuerzas. Solo la fe en la obra redentora de Cristo—Su muerte sustitutiva en la cruz, donde pagó el precio por nuestros pecados—puede darnos salvación y reconciliación con el Padre.
Además, la fe no es algo que producimos nosotros mismos. La Biblia dice claramente que “por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8). La fe genuina es un regalo divino, una semilla que el Espíritu Santo planta en el corazón de quien escucha y responde al llamado de Dios.
Reflexión:
¿Has recibido el regalo de la fe de Dios? ¿Has puesto toda tu confianza en Él para tu vida y tu eternidad? Si no estás seguro, pídele que te guíe, que fortalezca tu confianza y te revele la verdad.
Oración:
Señor, gracias por el don de la fe. Enséñame a confiar plenamente en Ti, no en mis fuerzas ni en mis obras. Ayúdame a vivir cada día dependiendo de Tu amor, Tu gracia y Tu promesa de salvación. En El Nombre de Jesús, Amén.