Versículo:
Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. 1 Corintios 3:6-7
Comentario:
¿Alguna vez has pensado en el Señor como tu Recompensador? La Escritura nos dice que Él honra tanto lo sencillo como ofrecer un vaso de agua fría (Mateo 10:42), así como lo más heroico, como dar la vida como mártir por Cristo. Nada—absolutamente nada—pasará desapercibido ante nuestro amoroso Salvador.
En Mateo 25:21, vemos que estas recompensas incluyen:
• Elogio de parte de Dios,
• Mayor responsabilidad en Su reino,
• Y participar en el gozo mismo de Cristo.
La Biblia también menciona diversas coronas espirituales que Dios otorgará a quienes vivieron fielmente para Jesús en lugar de vivir para sí mismos. Cuanto más obedientemente hayamos andado con el Salvador, mayor será nuestra capacidad de reflejar Su gloria por toda la eternidad.
Pero la recompensa más grande será el Señor mismo. Nuestra relación con Él será absoluta y perfectamente plena, sin pecado alguno que se interponga. Por mucho que disfrutemos de Su presencia aquí en la tierra, la comunión con Él en el cielo será infinitamente más rica, profunda y satisfactoria.
Lo que hacemos ahora, en esta vida, determinará en gran medida cómo Dios nos bendecirá en la vida venidera. Si vivimos para Él hoy, un día tendremos el privilegio de poner nuestras coronas a Sus pies.
Que vivamos cada día como una oportunidad para invertir en la eternidad.
Oración:
Señor amado, ayúdame a vivir cada día con una visión eterna. Quiero servirte con un corazón sincero y obediente, sabiendo que todo lo que hago para Ti tiene valor eterno. Forma en mí un espíritu humilde que desee honrarte en cada decisión y acción. Que mi vida refleje Tu gloria y que mis obras sean dignas de presentarse ante Ti. Gracias por ser mi mayor recompensa. Guíame a vivir para Tus propósitos. En El Nombre de Jesús, Amén.