Renueva en mí un espíritu recto
— Reflexión del Salmo 51
En uno de los momentos más oscuros de su vida, el rey David escribió el Salmo 51.
No fue desde un trono, sino un corazón quebrantado.
Nos muestra que no importa cuán feos hayamos caído, siempre hay un camino de regreso al corazón de Dios.
Este camino comienza con
“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.” (v.1)
David entendió que el mayor problema del pecado no era la culpa o la vergüenza, sino la separación de Dios.
Por eso su súplica fue clara:
“No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu Santo Espíritu.” (v.11)
Hoy puedes hacer de este Salmo tu oración.
Pídele a Dios que lave tus heridas, que purifique tu interior, que devuelva a tu vida la alegría de la salvación.
No hay pecado más grande que Su gracia.
No hay mancha que Su amor no pueda limpiar.
Dios es experto en restaurar lo roto y hacer de las cenizas una nueva historia.