Guerrero de DIOS: Lleva todo a los pies de Tu Señor

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Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y oró a Jehová, y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal. Jonás 4:1-2

¿Hay algo en tu vida que te cueste rendir a Dios? A veces, aferrarnos a ciertas cosas nos da una falsa sensación de control o independencia. Sin embargo, cuando insistimos en seguir nuestra propia voluntad, nos oponemos al propósito de Dios para nosotros. Él desea que cada aspecto de nuestra vida esté completamente rendido a Su voluntad.

Jonás confundió la rebeldía con libertad. Este pasaje nos muestra una imagen clara del profeta ardiendo bajo el sol… y en su enojo. Su corazón se llenó de ira cuando Dios mostró misericordia hacia los ninivitas. “Tengo tanto enojo que quisiera morir”, dijo (Jonás 4:9). Aunque Dios había usado a Jonás para salvar a más de 120,000 personas, el profeta se amargó porque deseaba su destrucción en lugar de su redención.

La verdadera libertad no consiste en hacer lo que queremos, sino en someternos al Señor. Solo cuando rendimos nuestra voluntad a Él somos realmente libres, porque Su gracia nos libera del yugo del pecado y nos reconcilia con Su propósito. Jonás obedeció externamente, pero su corazón seguía resistiéndose. Su orgullo lo mantuvo lejos del gozo de ver la misericordia de Dios en acción.

Nosotros también podemos elegir entre el orgullo y la rendición. Podemos aferrarnos a nuestra autonomía y perder la bendición de la intimidad con Dios, o rendirnos a Su dirección y experimentar verdadera paz y propósito. El costo del “yo primero” siempre será más alto que el de la obediencia.

Señor, quiero rendir todo lo que soy a Ti. Quita de mi corazón cualquier orgullo o resistencia que me impida obedecerte plenamente. Enséñame que la verdadera libertad se encuentra en Tu voluntad y no en la mía. Haz que mi vida sea un reflejo de Tu gracia y misericordia. En el Nombre de Jesús, Amén.