Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:1-2
La Biblia nos enseña que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta (Rom. 12:2). Para vivir espiritualmente al máximo, debemos descubrir Sus planes y deseos para nuestra vida, y luego caminar en ellos cada día. Sin embargo, ciertos obstáculos pueden impedirnos discernir lo que el Señor quiere para nosotros:
Deseo de control. Nacemos con una naturaleza caída. Para seguir el plan de Dios, debemos rendir nuestros derechos y abrazar Sus caminos. Cada día debemos decidir permitir que Él gobierne nuestros pensamientos, emociones, decisiones, familia y trabajo (Lucas 9:23).
Ignorancia de los principios de Dios. Sin la luz de la Escritura, nos desviaremos del plan del Señor (Salmo 119:105).
Influencia de otros. La gente siempre tiene opiniones sobre lo que deberíamos hacer o cómo deberíamos comportarnos. Si no somos cuidadosos, actuaremos para complacerlos. Y terminaremos fuera de la voluntad de Dios porque elevamos las expectativas de las personas por encima de la guía del Señor.
Cuando nos rendimos por completo al cuidado de Dios, el “yo” pierde fuerza, crece en nosotros el anhelo por Su Palabra y vivimos para agradarle a Él, no a los demás. Haz de esto tu meta: entregar a Dios el “trono de tu vida”.
Padre, rindo ante ti mi vida, mis decisiones y mis planes. Somete mi voluntad a la tuya y enséñame a caminar cada día conforme a tu Palabra. Líbrame de la necesidad de control, de la presión de otros y de la ignorancia espiritual. Renueva mi mente para discernir tu voluntad buena, agradable y perfecta. Reina tú en el trono de mi corazón. En El Nombre de Jesús, Amén.