Guerrero de Dios: La lucha contra el pecado

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Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente. Tito 2:11-12

El pecado se abre camino en la vida de todos. Y sin importar la forma que adopte, su objetivo siempre es el mismo: tentarnos para que elijamos nuestro propio camino en lugar del de Dios.

El descenso hacia la desobediencia comienza en la mente. Cuando nuestros pensamientos se contaminan, nuestras acciones pronto lo reflejan. Y con frecuencia nos engañamos a nosotros mismos, calmando la conciencia con frases como: “No hay nada de malo en esto, todos lo hacen.” Pero ese autoengaño nos lleva cada vez más lejos de la verdad y de la pureza que el Señor desea para nosotros.

Las demandas del pecado crecen constantemente, pero sus beneficios son pasajeros. Al final, solo dejan vacío, dolor y pérdida. El pecado habitual divide la mente, confunde las emociones y apaga nuestra compasión. Con el tiempo, la culpa y sus consecuencias se acumulan, produciendo resultados que jamás anticipamos.

Pero la fe en Jesucristo nos libera del poder del pecado. El camino hacia la libertad comienza con la confesión y el reconocimiento de que no podemos vencer por nuestras propias fuerzas. Luego viene la entrega total a la dirección de Dios. No siempre es fácil, pero la Palabra promete: “Dios… nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57).

Señor, gracias por darme libertad del poder del pecado. Reconozco que sin Ti no puedo vencer mis debilidades. Purifica mi mente y mi corazón, y ayúdame a elegir siempre Tu camino por encima del mío. Fortaléceme para resistir la tentación y caminar en obediencia. Que Tu victoria se refleje en mi vida cada día. En El Nombre de Jesús, Amén.