En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. 1 Pedro 1:6-7
La esperanza puede definirse como el deseo y la expectativa de algo bueno. Y Jesús es la fuente más grande de esperanza: Él siempre sabe lo que es mejor y tiene el poder para cumplirlo.
Cuando la vida en la tierra se siente como un mar agitado, Cristo—nuestro ancla—nos alienta con la promesa de una herencia incorruptible en el cielo (1 Pe. 1:3-4). Sin embargo, esa seguridad eterna a veces parece distante cuando hay dolor presente y no vemos alivio. ¿Cómo soportar entonces las pruebas del aquí y ahora? Una manera es a través de la esperanza, que anticipa un cambio favorable en las circunstancias.
Pero ¿qué sucede cuando la situación no mejora? ¿Qué está haciendo Dios que sea “mejor”? Pedro nos dice que Él está refinando nuestra fe, lo cual resultará en alabanza y gloria cuando Jesús regrese (vv. 6-7). Esto es más valioso que el oro e incluso más que ser librados del sufrimiento. Aquello que hace que algunos pierdan la esperanza es precisamente lo que Dios utiliza para fortalecer la fe de Sus hijos.
Cristo nos promete esperanza no solo para la eternidad, sino también para esta vida. Si Dios no nos libera de la dificultad, podemos descansar sabiendo que está realizando una obra mayor. Cuando lleguemos finalmente a nuestro hogar eterno, veremos el valor incalculable de la fe que Él produjo en nosotros mientras confiábamos en Él.
Señor mío, gracias por ser mi ancla en medio de los vientos y tormentas de esta vida. Cuando mis ojos no ven alivio, fortalece mi fe y enséñame a esperar en Ti. Refina mi corazón, purifica mis deseos y haz que mi esperanza esté firmemente puesta en Cristo. Que cada prueba produzca en mí confianza, madurez espiritual y una fe que te honre en todo momento. En El Nombre de Jesús, Amén.