No son nuestras fuerzas las que nos sostienen,
sino la ayuda de Dios y Su misericordia.
En medio del cansancio, cuando sentimos que no podemos más,
es Su mano la que nos levanta.
No se trata de lo fuertes que somos,
sino de lo presente que Él está.
Cuando nuestras fuerzas se acaban,
Su gracia comienza a obrar con mayor poder.
«Mi gracia es suficiente para ti, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» 2 Corintios 12:9
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!