Buenos Días

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Buenos Días.

¿Quién soy yo…?

Esa pregunta que Moisés le hizo a Dios sigue resonando en los corazones de muchos hoy.
Porque cuando te enfrentas a algo más grande que tú, lo primero que suele temblar es tu identidad.

Moisés no tenía títulos, riquezas ni una reputación destacada.
Había huido, había fallado y vivía en el anonimato.
Y aun así… Dios lo llamó.

Porque tu valor no está en lo que tienes, ni en lo que logras, ni en cómo te ven los demás.
Tu valor no depende de un cargo, una apariencia, un reconocimiento o un apellido.
Tu valor está en quién te creó y quién te llamó.

Dios no te mide por tus credenciales humanas,
sino por el potencial eterno que sembró en ti.
Y aunque el mundo no lo vea, Él sí lo conoce…
y lo activa cuando llega el tiempo.

“¿Quién soy yo para que vaya a Faraón
y saque de Egipto a los hijos de Israel?”
— Éxodo 3:11

Tal vez tú también te lo preguntas hoy.
Pero recuerda: no se trata de quién eres tú según el mundo,
sino de quién eres tú para Dios.
Y para Él, ya eres suficiente.