Números 31 – La venganza contra Madián, la purificación del campamento y la ofrenda de gratitud
Números 31 registra un capítulo solemne y complejo: Dios ordena la venganza contra los madianitas por su papel en la seducción de Israel en Baal-peor (cap. 25). Lo que sigue es una campaña militar dirigida por Dios, acompañada de instrucciones sobre pureza, justicia y gratitud. Este capítulo muestra que Dios toma en serio el pecado que destruye a Su pueblo, pero también que enseña a su nación a actuar con santidad incluso en tiempos de guerra.
Contenido
1. Dios ejecuta justicia contra Madián
La guerra no surge por ambición humana, sino como respuesta divina a la corrupción espiritual que Madián sembró entre Israel.
2. Israel obedece y actúa bajo la dirección de Dios
Incluso en batalla, el pueblo opera bajo orden, autoridad sacerdotal y propósito santo.
3. La purificación del campamento subraya la santidad de Dios
Después de la victoria, todo debe ser purificado: soldados, botín y objetos. Nada impuro se mezcla con el pueblo santo.
4. La repartición justa del botín revela sabiduría divina
Dios enseña a honrar a quienes lucharon y también a quienes guardaron el campamento.
5. La ofrenda voluntaria expresa gratitud por la protección divina
Los oficiales reconocen que no faltó ni un solo soldado y responden con generosidad.
1. Dios ordena la venganza contra los madianitas (Números 31:1-6)
- Jehová dice a Moisés que tome venganza contra Madián por Baal-peor (v.1-2).
● Moisés envía mil hombres de cada tribu, doce mil en total (v.4-5).
● Finees, nieto de Aarón, acompaña al ejército con los utensilios sagrados y trompetas (v.6).
● La batalla es vista como juicio divino, no como conquista humana.
2. La guerra y ejecución del juicio de Dios (Números 31:7-12)
- Israel mata a todos los varones de Madián (v.7).
● Entre los muertos están los cinco reyes y Balaam, quien había aconsejado la seducción de Israel (v.8).
● Israel toma cautivas a las mujeres, niños, ganado y riquezas (v.9).
● Traen el botín a Moisés, Eleazar y la congregación (v.12).
3. La purificación y disciplina por causa del pecado previo (Números 31:13-20)
- Moisés se enoja porque los soldados dejaron vivas a las mujeres que habían participado en la seducción (v.13-15).
● Ordena matar a las mujeres involucradas y a los niños varones (v.17).
● Las jóvenes que no participaron pueden vivir (v.18).
● Eleazar instruye sobre la purificación del botín y de los soldados antes de volver al campamento (v.19-20).
● La santidad de Dios demanda discernimiento incluso después de la victoria.
4. Instrucciones sobre la purificación del botín (Números 31:21-24)
- Eleazar explica que todo metal (oro, plata, bronce, hierro, estaño, plomo) debe pasar por fuego (v.22-23).
● Lo que no resiste el fuego debe purificarse con agua de purificación (v.23).
● Los soldados deben lavar sus vestidos y esperar siete días antes de reingresar (v.24).
● Dios enseña que la impureza se adhiere incluso a los objetos.
5. La repartición del botín entre soldados y pueblo (Números 31:25-47)
- Dios ordena dividir el botín en dos partes: una para los soldados que fueron a la guerra y otra para el resto del pueblo (v.25-27).
● De la parte de los soldados, se entrega un tributo al sacerdote (v.28).
● De la parte del pueblo, se entrega un tributo a los levitas (v.30).
● La abundante lista de ganado, personas y bienes muestra la magnitud del botín (v.32-47).
● La justicia divina honra tanto a los que lucharon como a los que permanecieron en el campamento.
6. La ofrenda voluntaria de los jefes militares (Números 31:48-54)
- Los oficiales se acercan a Moisés para informar que no faltó ni un solo soldado (v.49).
● En gratitud, ofrecen joyas de oro como ofrenda para Jehová (v.50).
● Moisés y Eleazar reciben la ofrenda y la llevan al tabernáculo como memorial (v.51-54).
● La gratitud surge como respuesta natural a la protección divina.
Versículo clave de Números 31:
Jehová habló a Moisés, diciendo: Haz la venganza de los hijos de Israel contra los madianitas; después serás recogido a tu pueblo. Números 31:1-2
Números 31 relata una batalla difícil, cargada de justicia divina y memoria espiritual. Los madianitas habían sido instrumento de tropiezo para Israel, llevándolos a la idolatría y a la inmoralidad en Peor. Ahora Dios ordena un ajuste de cuentas, no por venganza humana, sino como parte de Su santidad y protección para su pueblo.
La batalla es dirigida no por guerreros profesionales, sino por hombres comunes acompañados por Finees, el mismo sacerdote cuyo celo había detenido la plaga. Es un recordatorio de que la guerra espiritual no se libra solo con fuerza, sino con santidad. Dios mismo está al frente de la lucha, y la victoria no depende del número sino de Su presencia.
Lo más llamativo del capítulo es la manera en que Dios instruye sobre el trato hacia el botín, la purificación y la repartición. Cada detalle refleja que el pueblo no debía quedar marcado por la violencia, sino alineado nuevamente con lo santo. Incluso después de la batalla, había procesos de limpieza, tiempo para ordenar lo obtenido y reconocer que todo lo recibido provenía finalmente de Dios.
Cuando los soldados regresan, ninguno falta. Esto sorprende tanto a los oficiales que ofrecen una ofrenda voluntaria como gratitud a Dios por haber preservado cada vida. Es un momento luminoso en medio de una narrativa dura: Dios cuida a los suyos incluso en lo más complejo.
Este capítulo nos recuerda que hay batallas necesarias, confrontaciones que no podemos evitar. No todas son agradables, pero algunas son esenciales para proteger lo que Dios está formando en nosotros. A veces Él nos llama a cerrar ciclos, a cortar alianzas dañinas, a enfrentar heridas antiguas o a poner orden donde antes hubo desorden. Y aun en ese proceso, Él nos guarda, nos guía y nos sostiene.
Oración:
Señor, gracias porque me acompañas aun en las batallas más difíciles. Enséñame a enfrentar con tu fuerza aquello que debo confrontar y a hacerlo con un corazón lleno de tu sabiduría y santidad. Límpiame de toda marca del pasado, ordena lo que hay en mí y ayúdame a reconocer que toda victoria viene de ti. Gracias porque tú me guardas en cada paso. En El Nombre de Jesús, Amén.