Levítico 8 – La consagración de Aarón y sus hijos
Levítico 8 marca un momento trascendental: la inauguración del sacerdocio en Israel. Aarón y sus hijos son apartados por Dios, no por mérito propio, sino por Su gracia y elección soberana.
Cada elemento de la ceremonia tiene un profundo significado espiritual:
- El lavado con agua representa la limpieza del pecado antes del servicio.
- La unción con aceite simboliza la presencia y poder del Espíritu Santo.
- La sangre aplicada muestra que el ministerio solo puede ejercerse sobre la base del sacrificio y la expiación.
El hecho de que la sangre se aplicara a la oreja, el pulgar y el pie enseña que el sacerdote debía escuchar la voz de Dios, servir con manos santas y caminar en obediencia.
Este capítulo nos recuerda que todo creyente, en Cristo, ha sido hecho sacerdote espiritual (1 Pedro 2:9). Por medio de Su sangre hemos sido lavados, ungidos y llamados a vivir en santidad, sirviendo a Dios con oídos atentos, manos puras y pasos firmes.
Así como Aarón y sus hijos permanecieron siete días apartados, el discípulo de Cristo debe permanecer en comunión continua con Él, siendo transformado por Su presencia antes de ministrar a los demás.
- Preparativos para la consagración (Levítico 8:1-5)
- Jehová ordena a Moisés que reúna a Aarón, a sus hijos, las vestiduras sagradas, el aceite de la unción, el becerro del sacrificio por el pecado, los dos carneros y el canastillo de panes sin levadura (v.1-2).
- Toda la congregación debía estar presente a la puerta del tabernáculo, para presenciar el acto público de consagración (v.3-5).
- Esto mostraba que el sacerdocio no era elección humana, sino institución divina delante del pueblo.
- La purificación y vestidura de Aarón (Levítico 8:6-9)
- Moisés lava a Aarón y a sus hijos con agua, simbolizando pureza y preparación espiritual (v.6).
- Luego viste a Aarón con todas las vestiduras sacerdotales: túnica, manto, efod, pectoral, cinto y mitra (v.7-9).
- En la mitra coloca la lámina de oro, grabada con las palabras “Santidad a Jehová” (v.9), señal de su consagración total al servicio de Dios.
- La unción del tabernáculo y de Aarón (Levítico 8:10-13)
- Moisés unge con el aceite sagrado el tabernáculo y todos sus utensilios, santificándolos (v.10-11).
- Luego derrama el aceite sobre la cabeza de Aarón, ungiéndolo para santificarlo como sumo sacerdote (v.12).
- Sus hijos también son vestidos con túnicas, cintos y mitras, para servir como sacerdotes (v.13).
- Los sacrificios de consagración (Levítico 8:14-30)
- Se ofrece un becerro por el pecado, cuyo cuerpo se quema fuera del campamento, mientras la sangre se usa para purificar el altar (v.14-17).
- Se ofrece luego un carnero en holocausto, completamente quemado sobre el altar (v.18-21).
- Finalmente, se presenta un carnero de consagración; Moisés pone sangre en la oreja derecha, el pulgar y el dedo gordo del pie derecho de Aarón y sus hijos (v.22-24), simbolizando obediencia, servicio y caminar santo.
- Moisés toma de la sangre y del aceite de la unción y los rocía sobre Aarón, sus hijos y sus vestiduras, consagrándolos por completo (v.30).
- Permanencia en el tabernáculo (Levítico 8:31-36)
- Moisés ordena a Aarón y a sus hijos permanecer siete días y siete noches a la entrada del tabernáculo, cumpliendo los ritos de consagración (v.33-35).
- Ellos obedecen todo lo que Jehová mandó por medio de Moisés (v.36).
Versículo clave de Levítico 8:
Y Moisés tomó el aceite de la unción, y ungió el tabernáculo y todas las cosas que estaban en él, y las santificó. Levítico 8:10
En este capítulo, se describe la consagración de Aarón y sus hijos como sacerdotes, así como la unción del tabernáculo y todos sus utensilios. El aceite de la unción simbolizaba la presencia y el poder del Espíritu de Dios, que apartaba tanto a las personas como a los objetos para un uso santo. Todo lo que era ungido quedaba dedicado exclusivamente al servicio del Señor.
Este acto nos enseña que la santidad no proviene del esfuerzo humano, sino de la consagración que Dios mismo realiza. Ser apartado para Él significa pertenecerle por completo, vivir con pureza y rendir cada aspecto de la vida a su propósito. Aarón no se ungió a sí mismo; fue Dios, por medio de Moisés, quien lo llamó y lo consagró.
Hoy, en Cristo, también hemos sido ungidos con el Espíritu Santo (2 Corintios 1:21-22). Él nos ha apartado para servirle, santificando nuestras vidas y capacitándonos para cumplir su voluntad. Por eso, todo lo que hacemos —trabajo, ministerio, familia— debe reflejar que somos templos ungidos por Dios.
Oración:
Señor, gracias porque me has ungido con tu Espíritu Santo y me has apartado para ti. Enséñame a vivir cada día como un instrumento consagrado, reflejando tu santidad en todo lo que hago. Que mi vida sea un testimonio de tu presencia y que todo lo que toco sea santificado por tu poder. Renueva hoy mi unción y úsame para tu gloria. En el nombre de Jesús, Amén.