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Levítico 10 – El pecado de Nadab y Abiú y la santidad del sacerdocio
Levítico 10 es una lección solemne sobre la santidad de Dios y la reverencia que Él exige en Su servicio. Nadab y Abiú fueron consumidos por ofrecer “fuego extraño”, es decir, una adoración no ordenada por Dios.
Esto muestra que no basta con tener entusiasmo o sinceridad; el culto aceptable debe hacerse conforme a la voluntad divina, no según las emociones humanas.
El juicio inmediato no fue un acto de crueldad, sino una afirmación del principio eterno: Dios debe ser santificado por los que se acercan a Él. El ministerio no puede tratar lo sagrado con ligereza.
La prohibición del vino revela que los siervos de Dios deben servir con mente clara y espíritu sobrio, capaces de discernir entre lo santo y lo profano.
En contraste con la desobediencia de Nadab y Abiú, Aarón muestra humildad y silencio reverente ante el juicio de Dios, enseñándonos que la sumisión en medio del dolor también glorifica al Señor.
Este capítulo nos llama a servir con reverencia, obediencia y pureza interior, reconociendo que el fuego del altar debe provenir solo de Dios, no de nuestros propios impulsos.
Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, sirvió con perfecta santidad y obediencia, ofreciendo no fuego extraño, sino Su propia vida en total sumisión al Padre.
1. El pecado de Nadab y Abiú (Levítico 10:1-3)
- Los hijos mayores de Aarón, Nadab y Abiú, toman sus incensarios, ponen en ellos fuego y ofrecen delante de Jehová fuego extraño, que Él no les había mandado (v.1).
- Entonces sale fuego de delante de Jehová y los consume, y mueren ante Su presencia (v.2).
- Moisés le dice a Aarón:
“En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado.”
Aarón calla, aceptando en silencio el juicio divino (v.3).
2. Remoción de los cuerpos y advertencia al sacerdocio (Levítico 10:4-7)
- Moisés ordena a Misael y Elzafán, primos de Nadab y Abiú, sacar los cuerpos fuera del campamento (v.4-5).
- Aarón y sus otros hijos, Eleazar e Itamar, no debían mostrar duelo ni abandonar el tabernáculo, para no morir ni atraer la ira de Dios (v.6-7).
- El servicio sacerdotal debía continuar, aunque en medio del dolor, mostrando que el llamado de Dios es santo y no puede interrumpirse por emociones humanas.
3. Prohibición del vino y deber de discernimiento (Levítico 10:8-11)
- Jehová habla directamente a Aarón (raro en la ley mosaica) y le prohíbe beber vino o bebida fuerte cuando entre al tabernáculo (v.8-9).
- Esta orden buscaba que los sacerdotes sirvieran con mente sobria y discernimiento espiritual.
- Debían distinguir entre lo santo y lo profano, lo limpio y lo inmundo, y enseñar al pueblo todos los estatutos de Jehová (v.10-11).
4. Instrucciones sobre las porciones sacerdotales (Levítico 10:12-15)
- Moisés recuerda a Aarón y a sus hijos que debían comer la ofrenda de cereal sin levadura en lugar santo, porque es cosa santísima (v.12-13).
- También debían comer el pecho y la espaldilla de los sacrificios de paz en lugar limpio, como porción sacerdotal (v.14-15).
- Esto reafirma que el servicio debía continuar en obediencia, incluso tras el juicio.
5. El error de Itamar y la intercesión de Aarón (Levítico 10:16-20)
- Moisés descubre que Itamar no comió del sacrificio por el pecado, como se había ordenado (v.16-17).
- Aarón explica que, dada la tragedia, temió hacerlo de forma inapropiada (v.19).
- Moisés acepta la explicación, reconociendo la prudencia de Aarón y la misericordia de Dios (v.20).
Versículo clave de Levítico 10:
Y salió fuego de delante de Jehová y los consumió, y murieron delante de Jehová. Levítico 10:2
Este capítulo relata un acontecimiento solemne y trágico: Nadab y Abiú, hijos de Aarón, ofrecieron “fuego extraño” delante de Dios, es decir, un acto de adoración que Él no había ordenado. En respuesta, un fuego salió de la presencia del Señor y los consumió. Lo que debía ser un servicio santo se convirtió en un ejemplo del peligro de acercarse a Dios con irreverencia y desobediencia.
Este pasaje nos enseña que Dios es santo y debe ser honrado conforme a su voluntad, no según nuestras ideas o emociones. La adoración auténtica no se trata de creatividad humana, sino de obediencia a lo que Él ha establecido. Cuando intentamos servirle sin respeto o mezclando lo santo con lo profano, perdemos el temor reverente que su presencia merece.
Sin embargo, este episodio también nos recuerda la gracia de Dios en Cristo. Jesús es nuestro Sumo Sacerdote perfecto, que nos permite acercarnos confiadamente al trono de la gracia. Ya no traemos fuego extraño, sino que el Espíritu Santo en nosotros enciende una adoración verdadera, basada en la verdad y en el amor.
Oración:
Señor, enséñame a adorarte con reverencia, obediencia y sinceridad. Líbrame de ofrecerte un “fuego extraño”, de servirte según mi voluntad y no la tuya. Que mi adoración sea guiada por tu Espíritu y conforme a tu Palabra. Ayúdame a recordar siempre tu santidad y a vivir con temor reverente ante tu presencia. En el nombre de Jesús, Amén.