Biblia Devocional en 1 Año: Hebreos 12

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Hebreos 12

Hebreos 12 nos llama a perseverar con la mirada fija en Jesús, a entender que las dificultades no son castigos sino disciplina amorosa del Padre, y a vivir en santidad y comunión con Dios.

Nos recuerda que formamos parte de un reino celestial, y que lo eterno no puede ser sacudido ni destruido.
Este capítulo nos motiva a vivir con reverencia, esperanza y fidelidad, sabiendo que Dios está obrando en nosotros para prepararnos para su gloria eterna.

Corriendo con Perseverancia la Carrera de la Fe (Hebreos 12:1-3)

Después de presentar a los héroes de la fe en el capítulo anterior, el autor exhorta a los creyentes a:

  • Despojarse de todo peso y del pecado que nos asedia,
  • Correr con paciencia la carrera puesta delante de nosotros,
  • Poner los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.

Jesús, por el gozo puesto delante de Él:

  • Soportó la cruz,
  • Despreció la vergüenza,
  • Y ahora está sentado a la diestra del trono de Dios.

El texto anima a considerar a Jesús, que soportó tal contradicción de pecadores, para que no desmayemos en nuestro ánimo.

Dios Disciplina a Sus Hijos (Hebreos 12:4-11)

El sufrimiento no es señal de abandono, sino de que Dios trata a los creyentes como hijos.

  • El Señor disciplina al que ama y azota a todo el que recibe por hijo (Proverbios 3:11–12).
  • Si soportamos la disciplina, Dios nos trata como hijos verdaderos.
  • Aunque la disciplina no parece causa de gozo al presente, sino de tristeza,
  • Luego produce fruto apacible de justicia a los que han sido ejercitados por ella.

Llamado a la Santidad y la Paz (Hebreos 12:12-17)

El autor llama a:

  • Fortalecer las manos caídas y las rodillas paralizadas,
  • Hacer sendas derechas para que los cojos no se desvíen,
  • Seguir la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor,
  • Tener cuidado de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios,
  • Y evitar que brote alguna raíz de amargura.

También se menciona a Esaú como advertencia, quien vendió su primogenitura por un plato de comida, y luego no halló lugar para el arrepentimiento.

El Monte Sinaí y el Monte Sion (Hebreos 12:18-24)

Los creyentes no se han acercado a un monte terrenal lleno de temor (Sinaí), sino a:

  • Sion, la ciudad del Dios vivo,
  • Jerusalén celestial,
  • Innumerables ángeles,
  • La congregación de los primogénitos inscritos en los cielos,
  • Dios, el Juez de todos,
  • Los espíritus de los justos hechos perfectos,
  • Jesús, el mediador del nuevo pacto,
  • Y la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.

Este contraste muestra que la revelación en Cristo es superior, y trae una comunión celestial mucho más profunda que la ley antigua.

Advertencia Final: No Rechazar al que Habla (Hebreos 12:25-29)

Así como Israel no escapó cuando rechazó al que hablaba desde la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si rechazamos al que habla desde el cielo.

Dios ha prometido sacudir no solo la tierra, sino también el cielo (Hageo 2:6),
para que permanezca lo inconmovible.

Por eso, debemos:

  • Recibir el reino inconmovible con gratitud,
  • Servir a Dios con temor y reverencia,

Versículo clave de Hebreos 12:

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz. Hebreos 12:2

Este versículo nos muestra el centro y modelo de nuestra fe: Jesús. Él es quien inicia nuestra fe y quien la perfecciona. A pesar del sufrimiento que le esperaba, Jesús se mantuvo firme y obediente porque tenía en vista un gozo mayor: la redención de nuestras almas. Su mirada estaba puesta más allá del dolor inmediato, en el cumplimiento de la voluntad del Padre.

Este pasaje nos anima a fijar nuestros ojos en Cristo en medio de nuestras propias pruebas. Cuando el camino se vuelva difícil, recordemos que Jesús ya caminó antes que nosotros, y que en Él encontramos fuerzas, propósito y esperanza.

Oración:

Señor Jesús, quiero mantener mis ojos fijos en Ti, mi Salvador y ejemplo perfecto. Cuando me sienta débil o cansado, recuérdame tu fidelidad y el gozo que hay en obedecerte. Fortalece mi fe y ayúdame a correr con paciencia la carrera que tengo por delante. En tu nombre yo oro, Amén.