Hebreos 10
Hebreos 10 declara con firmeza que Cristo es el único sacrificio suficiente para quitar los pecados, y que su obra es definitiva y perfecta.
Nos invita a vivir con confianza, fe y perseverancia, sabiendo que tenemos libre acceso a Dios, y una esperanza segura.
Pero también nos advierte contra la indiferencia espiritual y el pecado deliberado, recordándonos que la fe auténtica persevera hasta el fin.
Este capítulo nos llama a mantenernos firmes, unidos como comunidad de fe, confiando en el sacrificio de Cristo y viviendo con ojos puestos en su regreso.
Los Sacrificios del Antiguo Pacto eran Insuficientes (Hebreos 10:1-4)
El capítulo comienza afirmando que la ley es solo una sombra de los bienes venideros, no la imagen misma.
Por eso, los sacrificios repetidos año tras año:
- Nunca pueden hacer perfectos a los que se acercan.
- Si lo lograran, habrían cesado, ya que los adoradores purificados no tendrían más conciencia de pecado.
- Pero esos sacrificios recordaban el pecado cada año,
- Porque la sangre de toros y machos cabríos no puede quitar los pecados.
El Sacrificio de Cristo es Suficiente y Definitivo (Hebreos 10:5-18)
Citando el Salmo 40, el autor muestra cómo Cristo vino para hacer la voluntad de Dios:
“Sacrificio y ofrenda no quisiste… pero me preparaste cuerpo.”
Al ofrecerse a sí mismo, Jesús quita el primer pacto y establece el segundo.
Y por esa voluntad:
- Somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
A diferencia de los sacerdotes que ofrecen diariamente los mismos sacrificios,
Cristo ofreció un solo sacrificio por los pecados, y luego se sentó para siempre a la diestra de Dios.
Ahora espera hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
“Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (v.14)
El Espíritu Santo también da testimonio, recordando el cumplimiento de la promesa del nuevo pacto (Jeremías 31):
“Nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.”
Y donde hay remisión, ya no hay necesidad de más ofrenda por el pecado.
Exhortación a la Perseverancia (Hebreos 10:19-25)
Dado que tenemos libre acceso al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús,
y un gran Sumo Sacerdote sobre la casa de Dios, debemos:
- Acercarnos con corazón sincero, plena certidumbre de fe,
- Con corazones purificados y cuerpos lavados,
- Mantener firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar,
- Considerarnos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras,
- No dejar de congregarnos, como algunos tienen por costumbre,
- Y animarnos mutuamente, más aún al ver que el día se acerca.
Advertencia contra el Pecado Deliberado (Hebreos 10:26-31)
El autor da una advertencia solemne:
Si alguien peca deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad,
No queda más sacrificio por los pecados,
sino una horrenda expectación de juicio y fuego.
Quien violaba la ley de Moisés moría sin misericordia.
¿Cuánto más merecerá castigo el que pisotea al Hijo de Dios,
menosprecia su sangre, y afrenta al Espíritu de gracia?
“Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo.” (v.31)
Llamado a la Constancia y la Fe (Hebreos 10:32-39)
El autor anima a los creyentes a recordar sus primeros días en la fe, cuando:
- Soportaron sufrimiento,
- Compartieron con otros perseguidos,
- Aceptaron con gozo la pérdida de sus bienes, sabiendo que tienen una mejor y perdurable herencia.
Les llama a no perder la confianza, porque:
“Os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.”
Cita Habacuc 2:
“Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma.”
Y concluye con esperanza:
“Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” (v.39)
Versículo clave de Hebreos 10:
Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo Hebreos 10:19
Este versículo nos recuerda una de las bendiciones más grandes que tenemos como creyentes: acceso directo a la presencia de Dios. En el antiguo pacto, solo el sumo sacerdote podía entrar al Lugar Santísimo, y solo una vez al año. Pero gracias al sacrificio de Jesús, tenemos libertad para acercarnos a Dios en cualquier momento, con confianza y sin temor, porque la sangre de Cristo nos ha purificado y reconciliado con el Padre.
Este pasaje nos anima a no quedarnos a distancia, sino a entrar plenamente en la comunión con Dios. Es una invitación a la oración, a la adoración y a la intimidad con el Señor, no por méritos propios, sino por la obra perfecta de Jesús.
Oración:
Señor, gracias porque por la sangre de Jesús tengo libre acceso a tu presencia. Ayúdame a acercarme a Ti cada día con reverencia, pero también con confianza y gozo. Que nunca olvide el precio que pagaste por mí, y que viva con un corazón rendido a tu gracia. En el nombre de Jesús, Amén.