Éxodo 8 – Plagas de ranas, piojos y moscas
Éxodo 8 muestra la progresión de los juicios de Dios y la dureza creciente de faraón:
- La plaga de las ranas ridiculiza a los dioses egipcios relacionados con la fertilidad y el Nilo.
- Los piojos marcan el límite del poder de los magos: ellos mismos reconocen que es obra del dedo de Dios.
- Las moscas revelan la protección especial de Dios sobre Israel, distinguiéndolo de Egipto.
Este capítulo nos recuerda que Dios es soberano sobre las naciones, que ningún poder humano puede igualarlo, y que Él guarda a su pueblo aun en medio de juicios.
1. Segunda plaga: ranas (Éxodo 8:1-15)
- Dios ordena a Moisés decir a faraón:
“Deja ir a mi pueblo, para que me sirva” (v.1).
- Si rehúsa, Egipto será invadido por ranas: entrarán en casas, alcobas, camas, hornos y artesas (v.2-4).
- Aarón extiende su vara sobre las aguas y las ranas cubren la tierra (v.5-6).
- Los hechiceros también logran sacar ranas, pero no quitarlas (v.7).
- Faraón pide a Moisés que ore a Jehová para quitarlas, prometiendo dejar ir al pueblo (v.8).
- Moisés ora, y mueren las ranas en casas y campos; el pueblo las amontona y la tierra hiede (v.13-14).
- Pero, al ver alivio, faraón endurece su corazón y no cumple su palabra (v.15).
2. Tercera plaga: piojos (Éxodo 8:16-19)
- Jehová manda a Aarón golpear el polvo de la tierra, y este se convierte en piojos sobre hombres y animales (v.16-17).
- Los magos intentan imitar el prodigio, pero no pueden (v.18).
- Reconocen ante faraón: “Dedo de Dios es este” (v.19).
- Aun así, el corazón de faraón permanece endurecido.
3. Cuarta plaga: enjambres de moscas (Éxodo 8:20-32)
- Dios ordena a Moisés confrontar de nuevo a faraón al amanecer junto al río, exigiendo la liberación del pueblo (v.20).
- Si rehúsa, enjambres de moscas llenarán casas y tierras (v.21).
- Dios hace una distinción: en la tierra de Gosén, donde habitan los israelitas, no habrá moscas, para que faraón sepa que Jehová hace diferencia entre su pueblo y Egipto (v.22-23).
- La plaga viene con fuerza: la tierra es destruida por las moscas (v.24).
- Faraón ofrece dejar que el pueblo sacrifique, pero dentro de Egipto (v.25).
- Moisés rechaza, pues los sacrificios de Israel serían abominación a los egipcios; insiste en ir al desierto (v.26-27).
- Faraón cede, pero pide que no se alejen mucho; Moisés ora, y las moscas desaparecen (v.28-31).
- Sin embargo, nuevamente faraón endurece su corazón y no deja ir al pueblo (v.32).
Versículo clave de Éxodo 8:
Y dije a ti: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto; mas he aquí que no has obedecido hasta ahora. Éxodo 8:20
En este capítulo, Dios continúa mostrando su poder sobre Egipto a través de plagas cada vez más intensas: ranas, mosquitos, enjambres de moscas. Cada una de estas señales tenía un propósito: confrontar la dureza de Faraón y demostrar que solo Jehová es el verdadero Dios. La orden era clara: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.” La libertad de Israel no era un fin en sí mismo, sino un medio para adorar a Dios.
La insistencia de Dios revela algo importante: la verdadera libertad no consiste simplemente en dejar atrás la esclavitud, sino en ser libres para servir y adorar al Señor. Israel debía salir de Egipto no solo para librarse del trabajo forzado, sino para encontrarse con su Dios en el desierto y rendirle culto.
Este pasaje nos enseña que Dios también nos libra de la esclavitud del pecado con un propósito: que seamos suyos, que le sirvamos y vivamos para su gloria. No somos liberados para volver atrás, ni para vivir sin rumbo, sino para dedicar nuestra vida a Aquel que nos redimió.
Oración:
Señor, gracias porque me has liberado de la esclavitud del pecado para vivir en tu servicio y adoración. Ayúdame a recordar que mi verdadera libertad está en ti, y que cada área de mi vida debe rendirse a tu voluntad. Que no me aferre a nada que me aleje de tu propósito, sino que viva con un corazón dispuesto a servirte siempre. En el nombre de Jesús, Amén.