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Señor, que no me falte nunca Tu maravillosa provisión de bendiciones, que es suficiente y acorde siempre con mis necesidades no solo materiales, sino más importantes las de mi alma, mi corazón y mi espíritu.

Desde que amaneció quería enviarte algo..algo bello, especial y encontré La Bendición de Dios.

Amado Dios, padre amoroso y de inmensa bondad, hoy me acerco hasta Ti para darte gracias por una nueva oportunidad de despertar y construir en este hermoso día que Tú me obsequias. Gracias por las múltiples bendiciones con las que Tú colmas mi vida, por la salud, por el amor, por mi familia y por tu compañía.

Y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo de Dios.