Guerrero de Dios: Siendo llamados por Dios

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Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 25:28-30

Mientras estaba bajo arresto domiciliario, Pablo podía recibir visitas, pero no se le permitía viajar. Aunque vivía en una casa, probablemente estaba encadenado a un soldado romano las 24 horas del día. El apóstol sabía que esas serían sus condiciones de vida por un tiempo indefinido—quizás por el resto de su vida.

En tales circunstancias, Pablo podría haber intentado usar todos los medios posibles para obtener su libertad. Después de todo, Dios lo había llamado a predicar, discipular a los creyentes y alcanzar a los gentiles. Sin embargo, estaba atrapado en Roma, sin poder plantar nuevas iglesias ni visitar personalmente a aquellos a quienes instruía mediante sus cartas. Ciertamente, si alguien tenía derecho a quejarse, era él: había soportado persecución, naufragios y azotes por el evangelio.

Pero la carta que escribió durante su encarcelamiento—a la iglesia de Filipos—rebosa de gozo. En Filipenses 4:8, vemos que Pablo comprendía que centrarse en Dios es la manera de vivir por encima de las circunstancias.

Mientras más hablamos o nos quejamos de una situación, más grande parece, hasta que el problema se vuelve más real que nuestra fe. En cambio, cuando llevamos nuestros desafíos directamente a Dios, recuperamos la perspectiva correcta: el Señor es más grande que cualquier dificultad.

Dios nos invita a vivir por encima de nuestras circunstancias, fijando nuestros ojos en Él. Cuando elegimos confiar en Su soberanía, encontramos la paz y la fuerza necesarias para perseverar con gozo, incluso en medio de la adversidad.

Señor amado, enséñame a ser un administrador fiel de todo lo que has puesto en mis manos. Ordena mis pensamientos, mis deseos y mis acciones para que siempre reflejen obediencia a Ti. Límpiame de todo pecado y ayúdame a invertir mi tiempo en lo que tiene valor eterno. Que cada día viva para agradarte y escuchar un día Tu voz diciendo: “Bien hecho”. En El Nombre de Jesús, Amén.